La visión del mundo de Goethe a través de sus máximas y reflexiones

Si yerro todo el mundo puede darse cuenta; si miento, no.

En el mundo lo que importa no es conocer a los hombres, sino ser, en el momento adecuado, más listo que los demás. Todas las ferias y todos los que pregonan su mercancía dan prueba de ello.

Cuando el hombre reflexiona sobre su condición física o moral, habitualmente se halla enfermo.

El favor como símbolo de soberanía lo practican los débiles.

La suciedad es esplendorosa si el sol luce.

Los indios de los desiertos hacen voto de no comer pescado.

Somos tan estrechos de miras que siempre pensamos que tenemos la razón; y es así que podemos imaginar un espíritu tan extraordinario que no tan solo yerre, sino que incluso encuentre placer en el error.

Cuando perdemos el interés, perdemos también la memoria.

El mundo es como una campana partida: hace ruido, pero no suena.

Si tuviéramos que estudiar todas las leyes, no tendríamos tiempo para transgredirlas.

Aquel que tiene un contacto frecuente con niños se dará cuenta de que no hay acción externa sobre ellos que no produzca siempre la correspondiente reacción.

Realmente solo sabemos cuando sabemos poco; con el saber crece la duda.

Todo nuestro arte consiste en renunciar a nuestra existencia por tal de seguir existiendo.

La verdad contradice nuestra naturaleza; el error, en cambio, no. Y eso por una razón muy simple: mientras que la verdad exige que reconozcamos nuestra limitación, el error nos halaga, haciéndonos creer en uno u otro sentido que somos ilimitados.

Todos los hombres, tan pronto alcanzan la libertad, hacen valer sus carencias: los fuertes la exageración, los débiles la dejadez.

En el mundo hay muchas cosas buenas y excelentes, pero eso no se pueden palpar.

No hemos de preguntarnos si existe plena coincidencia, sino si caminamos en el mismo sentido.

¡Cabría al menos pensar si no se puede pensar aquello que pensamos!

¿Qué clase de época es esta que hemos envidiar a los muertos?

Los sentidos no engañan, engaña el juicio.

Con las personas que en principio me importan siempre estoy de acuerdo; al resto ya no les aguanto nada, y eso es todo.

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Extraído del libro J.W.V. Gothe. Màximes i reflexions, Albatros Edicions, 1992.

Unas frases de Alfred Jarry

¿Cuándo llegará el momento en que ya no sea necesario recordar que los antialcohólicos son enfermos presos de ese veneno, el agua, tan disolvente y corrosivo que ha sido elegido entre todas las sustancias para las abluciones y lavados, y una de cuyas gotas, volcada en un líquido puro –el ajenjo, por ejemplo– lo enturbia?

Los microbios tienen una ventaja por encima de las virtudes: son concretos, visibles y su imagen se puede exhibir a la gente en las conferencias.

La idea de Dios data exactamente del día que el cuadrúpedo –o el cuadrúmano– sintió los músculos de sus nalgas lo bastante duros y fuertes para permitirle la posición vertical. Ese día miró el cielo y tuvo miedo de que se le cayera en la cabeza. Y no sirviéndole sus patas delanteras para caminar, juntó las manos. La religiosidad [pues] está (por lo menos lo estuvo en su origen) en relación directa con el desarrollo de los músculos de los glúteos. Se comprenderá, sin mayores comentarios, que las mujeres permanezcan más devotas que los hombres.

El suicidio es una de las formas socialmente admitidas, aunque fraudulentas, de seguir siendo un hombre decente.

Pensemos en la perplejidad de un hombre que, fuera del tiempo y del espacio, ha perdido su reloj, su regla de medir y su diapasón. Creo que este es el estado que constituye la muerte.

No habremos logrado derribar todo a menos que también demolamos las ruinas.

El amor es un acto sin importancia, ya que podemos hacerlo indefinidamente.

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Frases extraídas del libro ‘Patafísica junto con Especulaciones (Alfred Jarry, y otros. Pepitas de calabaza, 2003).