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Nosotros no podemos conceder bienes materiales, al menos de la forma que queréis. No fabricamos cosas, no podemos crear de la nada bienes y riquezas. Además, trastocaría en exceso vuestro modo de vida. Sois demasiado ambiciosos, nunca tenéis bastante, y ello podría llegar a tener consecuencias imprevisibles para nosotros. Hubo un tiempo, en los albores de la vida en sociedad, en que ambos mundos, el humano y el nuestro, aunque separados, mantenían estrechas relaciones entre sí. ¿Sabéis que ocurrió? Que nuestros conocimientos fueron utilizados por parte de las élites, de los que mandan, para someter a los demás. Caímos en su trampa, puesto que en nuestra mentalidad no se consideraba que nuestros poderes pudieran servir para hacer otra cosa que no fuera el bien. Cuando nos dimos cuenta era demasiado tarde. Hubo de entre los nuestros quienes no dudaron en traicionar los principios por los que nos habíamos regido desde siempre, genios mediocres que alcanzaban de ese modo un protagonismo que por sus méritos nunca hubieran logrado. Sí, no somos perfectos. Desde entonces nos apartamos para siempre de los mortales, nos alejamos de ellos. El vuestro no es nuestro mundo y nada queremos de él, estamos bien como estamos y donde estamos.
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