Enrico Baj en 1983 ante su obra Il mondo delle idee, en la que aparece Ubú, el personaje creado por Alfred Jarry, sujeto recurrente en Baj.
1. Despreciamos el peligro, el derroche y la fuerza.
2. Coraje, audacia, exaltación comportan lucha y muerte.
3. Despreciamos el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puño. Ensalzamos la quietud pensativa, el éxtasis del sueño y el dulce no hacer nada.
4. Velocidad es inmundicia: el más bello automóvil de carreras, tonante, que parece correr sobre el filo de la metralla, da asco si se compara a cualquier imagen natural o artística; y dejar en paz a la ‘Victoria de Samotracia’ [referencia a la escultura que sirve de símbolo a la marca de coches Rolls Royce, NdT].
5. Despreciamos el volante, el cambio, el acelerador, el reprís del motor y la apestosa gasolina, droga de todo motorista. La petroleodependencia está a un nivel insoportable.
6. Ardor, pompa, magnificencia acompañan la creatividad del poeta lejos de rimbombantes ferrallas.
7. No hay belleza sino en la quietud. La agresividad no tiene nada que ver con arte ni con poesía, más bien es lo opuesto.
8. La dimensión humana se desarrolla siempre en el espacio y el tiempo, en los límites del territorio y la duración. La eterna velocidad omnipresente es una solemne memez. Queremos yacer, y fornicar sin prisas.
9. Queremos glorificar la Mujer, y despreciar la guerra, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructivo y las “bellas” ideas por las que se muere. La única muerte aceptable es la del propio lecho.
10. Museos, bibliotecas, academias no nos conciernen, pero no hay ninguna necesidad de destruirlas. Estamos a favor del feminismo, a favor de la mujer portadora de vida y no destrucción. Rechazamos, pues, la imagen aberrante de una paridad sexual que no existe y la machización en la jefatura de la industria, en la competencia y en la violencia.
11. Dan asco las grandes multitudes manipuladas por los medios, el celo de los arsenales y de las obras, los ríos hediondos y venenosos, los movimientos revolucionarios e inauténticos de las violentas y criminales ciudades modernas. Da saco la algazara de las locomotoras y cada pretexto movilizador que induce corrupción, consumismo, miasmas, contaminaciones y accidentes en cadena. Queremos una ciudad solar.
Fundamos hoy el Futurismo Estático, en nombre del inmovilismo plástico, para liberar a los hombres de la gangrena de del movimiento, del motor, del turismo ya sea vacacional ya sea intelectual. Creéis que estamos locos porque proponemos una nueva sensibilidad. Fuera de la atmósfera, los espacios son infinitos y la galaxia en la que vivimos es de tal dimensión que cada movimiento se anula. En la calma y en la huella de quien quiera desplazarse todavía naturalmente se puede encontrar nuestra medida que es ilimitación. La imaginación de los cielos es nuestro hábitat que escanda el tiempo en el devenir de la memoria. Estirados sobre el lecho del mundo, acariciamos la bóveda celeste.
¡Ubú está con nosotros! ¡Ha! ¡Ha!
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El texto del “Nuevo manifiesto futurista” lo he extraído del libro de Enrico Baj ¿Qué es la ‘patafísica? (1994) en la edición de 2007 de Pepitas de calabaza. Incomprensiblemente, ni en la parte introductoria “Erico Baj, o la ‘Patafísica entendida como”, ni en el “Epílogo”, ambos obra de José Manuel Rojo, se indica el año en que fue redactado. He buscado exhaustivamente en internet en varios idiomas y lo único que he averiguado es que fue publicado por primera vez en 1983 (Edizioni Henry Beyle), pero su redacción, teniendo en cuenta el contexto, debió ser anterior.