Nota previa: esta es la primera entrada (de tres) sobre la trayectoria musical de Caetano Veloso. Las otras dos las publicaré el miércoles y el jueves.
Hace ahora quince años, el 8 de julio 2003, actuó Caetano Veloso en Valencia. Obviamente –me apasiona– fui al concierto con unos amigos y con mi hijo, que entonces tenía veinte años y no estaba muy convencido de que aquello le fuera a gustar. No solo le gustó, le entusiasmó. Todavía hoy recuerda aquel concierto como uno de los mejores, si no el mejor, de cuantos ha visto en su vida, que no son pocos. Y es que aquella fue una noche mágica. Caetano, más que cantante, más que cantautor, fue un encantautor. Solo, con la única compañía de su guitarra y el escenario desnudo, de quince metros cuadrados, consiguió que todos –unos cinco mil– enmudeciéramos con las primeras notas que salieron de su alma a través de la garganta. Fueron casi dos horas de recital –se mostró generoso con los bises– que pasaron en un suspiro, en las que gozamos como pocas veces con su poética musical, sus exquisiteces vocales, su voz embelesadora, su desbordante creatividad. Y todo esto como si estuviera en el salón de su casa con unos amigos. Pocos, muy pocos, están al alcance de ello.
No recuerdo con qué canción empezó. Esta –Sozinho (1997), una composición de Peninha que se hizo especialmente famosa tras grabarla Caetano en 1998, en el álbum Prenda minha– por ejemplo. La cantó, eso seguro.
Nacido en 1942 en Santo Amaro da Purificação (Bahia), dejó sus estudios para dedicarse a la música y en 1965 se trasladó, no sin reticencias, a Río, donde residía su hermana, Maria Bethânia. En su primer disco (Domingo, 1967), que grabó con Gal Costa, predomina el estilo bossa nova, con composiciones, la mayoría suyas, como esta maravilla que suena ahora, Coração vagabundo.
Veloso sentía gran admiración por Dorival Caymmi, y sobre todo por João Gilberto, “mi maestro supremo”, como lo califica en su libro Verdad tropical. Música y revolución en Brasil (2004, publicado originalmente en Brasil como Verdade tropical, 1997). “La bossa nova nos arrebató. Mi inteligencia se deleitaba con aquel proceso radical de cambio en la cultura, que nos llevó a revisar nuestro gusto, nuestro acervo y –lo que es más importante– muestras posibilidades” (Verdad tropical).
En 1968 salió su primer álbum en solitario (Caetano Veloso). La canción que lo abría, Tropicália, dio origen al movimiento homónimo, también llamado Tropicalismo, una revisión crítica de la cultura brasileña que exploraba por igual la bossa nova y el rock. “Los tropicalistas decidimos que nuestra materia prima sería una mezcla genuina de todo lo que sucedía en la vida cultural de Brasil: absolutamente todo: las aspiraciones ridículas de los americanófilos, las ingenuas buenas intenciones de los nacionalistas, la tradicional ‘retaguardia’ brasileña, la vanguardia… La auténtica creatividad podría redimir cualquiera de sus aspectos y volverla trascendente” (Verdad tropical).
Sin embargo, este nuevo proyecto –en el que estaban muy presentes el imaginario pop y los sonidos del rock and roll– chocó con la incomprensión del público al presentarse en São Paulo. Así lo cuenta él mismo en su libro citado: “Mientras los presentadores anunciaban el programa, aparecieron los Beta Boys para enchufar sus instrumentos, y el público se sorprendió ante sus cabellos largos, su indumentaria rosa y sus macizas guitarras eléctricas. Comenzó un abucheo iracundo, que yo detuve saliendo con expresión furiosa antes de que anunciaran mi nombre, cosa que intimidó a locutores, directores, productores y auditorio. (…) Yo llevaba un traje marrón a cuadros y un jersey de cuello alto de un naranja vivo (todo, prestado por Guilherme). El breve silencio que siguió a mi aparición fue roto por la voz de la presentadora, que dijo mi nombre, y, casi de inmediato, por las guitarras y la batería de los Beat Boys, que atacaron la introducción. Los tres acordes perfectos y extraños, ejecutados por instrumentos eléctricos, se impusieron, y el silencio de la platea, conquistado por el susto de mi entrada, no volvió a estar amenazado: lo que había sido un abucheo tumultuoso se transformó en una atención redoblada, y la canción les gustó a los oyentes, que terminaron aplaudiendo con entusiasmo”. “Así que –prosiguió– estos son los jóvenes que dicen querer tomar el poder… No entendéis nada. (…) Todos queréis controlar la música brasileña. Si en política sois iguales que en la música, estamos apañados… Dios anda suelto y yo digo no al no. ¡Prohibido prohibir!, ¡basta!”.
Y continuó con Alegria Alegria, cuyo ritmo se asienta en la marcha tradicional brasileña.
Ese mismo año salía el disco Tropicália: ou Panis et Circencis, considerado el manifiesto del tropicalismo, en el que, además de Veloso, participaban Gilberto Gil, Caetano Veloso, Tom Zé, Os Mutantes y Gal Costa. En 1969 aparecía su segundo álbum en solitario, también titulado Caetano Veloso.
Él y Gilberto Gil a la guitarra acústica grabaron en un pequeño estudio en Salvador, donde Veloso estaba confinado por desafiar al autoritario del Gobierno. La grabación se envió al arreglista y productor Rogério Duprat, quien agregó capas de guitarras eléctricas, trompas, bajo, batería y otros instrumentos en un estudio más profesional en São Paulo. El álbum, al igual que su predecesor, es muy ecléctico, con canciones de diversos estilos: bossa nova, rock psicodélico, música de Carnaval, música bahiana tradicional, fado, tango y otros, que interpreta en portugués, español e inglés. Es, sin duda, el disco más representativo del movimiento Tropicália. A él corresponde la canción Não identificado.
Llegó un momento en que los críticos izquierdistas acusaban a Caetano de promover la alienación, pero las autoridades militares no lo veían así y, al igual que a Gilberto Gil, lo consideraban “potencialmente peligrosos”. Ambos fueron expulsados del país en 1969 y se establecieron en Londres. Allí publicó los álbumes Caetano Veloso (1971) y Transa (1972). Este último año, 1972, regresó a Brasil. Su trabajo desde entonces se caracterizará por la mezcla frecuente de estilos musicales y los ritmos tradicionales brasileños. Veloso y Gil ofrecieron el mismo año un recital en Salvador que se recogió en el álbum Caetano e Chico. Juntos e ao vivo. Publica luego otros discos más, como Qualquer Coisa (1975), y en 1976 inicia una gira con Gil, Gal Costa y Maria Bethânia, uno de cuyos recitales, el de São Paulo, se recoge en el doble álbum en directo Doces Bárbaros (1976). Vamos con Caetano e Chico. Juntos e ao vivo y el tema con el que abren el concierto y la grabación del mismo: Os mais doces bárbaros, de Veloso.
Al mismo disco pertenece Você não entende nada, del álbum, compuesta por ambos. Se lo decían a una mujer, pero el mensaje bien podría extenderse a aquellos que Caetano reprochaba querer “controlar la música brasileña”. No entendían nada. La actuación de Caetano que vemos es de un recital que dio en Rio en 2013.
Caetano no deja de trabajar, no solo en la música, también escribe. De sus canciones de finales de la década de 1970 nos quedamos con O Leãozinho (de Bicho, 1977), Terra (de Muito, 1978), esta en una actuación que no sé de qué año es, si bien el vídeo fue comercializado por Universal Music en 2012.
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