A mitad mañana el espigón estaba de lo más tranquilo. La playa que se abría junto a él, a unos doscientos metros, aunque moderadamente, empezaba a ser ocupada por los primeros bañistas. El día era excelente, soleado, sin el calor de las bochornosas jornadas veraniegas que no tardarían en llegar. La suave brisa hacía francamente agradable y tentador pasar un rato frente al mar; el agua estaba todavía algo fría, aunque a algunos no parecía importarles.
─ ¿Qué, que me decís del petardo? ¿Es bueno o no?
─ Cojonudo. Empiezo a estar más cocido que un piojo.
─ Disfruta, que esto es gloria. Toma, mátalo ─Robin dio una larga calada al canuto y se lo pasó a Tomate.
─ Menos mal que siempre nos queda lo ilegal ─dijo Johnny despertando la carcajada de sus colegas.
─ Y la birra. Anda, pásala.
─ Y las tías. Nos faltan unos buenos chochetes.
─ ¿Las tías? Tú sabrás qué es eso, Robin, que les pasas costo y te lo pagan en especie. Porque yo… Y Tomate menos.
─ Habla por ti, Johnny. La Sari…
─ ¿La Sari? ¿Quién es esa?
─ La Gamba ─aclaró Robin.
─ ¡Hostia!, La Gamba ─exclamó Johnny entre risas.
─ ¿Ya empezáis a joder la marrana?
─ Tranqui, Tomate, si la tía está buena, pero es que de cara… ─dijo Johnny sin poder contener la carcajada.
─ Ya quisieras tú, que no te comes una rosca.
─ A las tías les entras y vale, risas, cachondeo, pero si no tienes pasta no hay nada que hacer.
─ Por la patilla, nada de nada.
─ ¡Eh! Mirad eso.
─ ¿El qué?
─ Eso de ahí, la botella esa que está entre las rocas.
─ ¡Joder, tío, como en las pelis! A ver si es el mensaje de un náufrago.
─ Sujétame, que la cojo, igual es ginebra, o vodka, lo de dentro es blanco.
─ O está vacía.
─ ¿No ves que está tapada?
Johnny sujetó a Robin por los pies. La botella se había empotrado en las rocas, en la parte más saliente del espigón, a donde era complicado llegar. Curiosamente, no se había roto.
─ ¡Hostia! Tenía razón Tomate, está vacía.
─ ¿Cómo que está vacía?
─ Como que no hay nada dentro, ¿no lo ves?, y no pesa.
─ ¿Y quién cojones tapará una botella sin nada dentro?, y más poniéndole eso rojo, ¿cómo se llama?
─ Macramé.
─ Macramé…, eso es lo que hacen las abuelas, alelao.
─ Bueno, da igual como se llame. Es algo que se usa para cerrar bien las cosas importantes.
─ Así que esta botella debe contener algo importante ¿no?
─ Si está sellada con eso, supongo.
─ Pues se ha evaporado. Aquí no hay nada.
─ A ver…
Johnny hizo el ademán de coger la botella, pero Robin la lanzó contra las rocas.
─ ¿Por qué haces eso, gilipollas?
─ Para una cosa que nos encontramos… Ya me extrañaba que no fuera una buena mierda.
─ ¡La puta leche! ¿Qué es eso? ¿Veis lo mismo que yo?
─ ¿Qué hostias es esa nube? ¿Qué coño le has puesto al canuto?
Al crash del vidrio al romperse siguió una humareda blanquecina que a medida que iba elevándose se condensaba y formaba una especie de nube redonda y luminosa.
─ ¡A mí qué me cuentas! Ha salido de dentro de la botella.
─ ¿Cómo va a salir de dentro de la botella? Estaba vacía.
─ Tendría gas.
─ No digas chorradas. ¡Mira!, cambia de forma.
─ Yo no veo que cambie nada, se está deshaciendo.
─ No, fíjate. Estoy flipando.
─ Sí, y ahora aparecerá un genio, como en las pelis. No te jode.
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