El comentario de un jeta y la respuesta de un bobo

Publiqué el pasado 28 de septiembre una entrada titulada “Tres breves textos de Camus sobre la condición humana”. En uno de ellos dice Camus: ‘No tenemos tiempo de ser nosotros mismos. No tenemos tiempo más que de ser felices’. Si así es, parte del mío, un par de horas, lo perdí creyendo que lo que hacía, voluntariamente, me hacía feliz en tanto que contribuía a solucionar el problema que un lector me planteaba, fuera relevante o no. Creo que eso forma parte de la felicidad, de mi felicidad al menos. Ahora tengo dudas, pues me jode haber sido un bobo. Y no poco.

Mi madre –haciendo buena la aseveración de que nadie nos conoce mejor que nuestra madre– me decía continuamente que soy demasiado confiado. Demasiado, sí. Tanto que soy más bobo que el de Coria.

En fin, vamos al asunto que empiezo a sentir que estoy perdiendo el tiempo de nuevo por algo que no se lo merece. Pero es que me cabrea, y cuando algo me cabrea no puedo, no sé, dejarlo pasar. Si no lo vomito, se me indigesta. El comentario al que me refiero y leí al entrar al blog al día siguiente es este (tal cual está redactado, sin corregir):

Buenos breves textos, cada uno te deja pensando un rato largo.

A veer si me puedes ayudar con algo tangencial: Hace un tiempo estoy tratando de acordarme en que otra novela de Camus (que no es El Extranjero) uno de los personajes lee en un diario que “mataron a un árabe en la playa”

Ambas novelas las leí hace muchos años y no me puedo acordar cuál es la otra

un gusto pasar por acá

Saludos!

Mi respuesta:

Creo que te refieres a “La peste”. No soy ningún experto en la obra de Camus, pero por lo que sé Camus hace una referencia a “El extranjero” en ella. Te transcribo el párrafo tal como figura en una edición de “La peste” que tengo en casa (Seix Barral, 1983). Así empieza la página 46 de esta edición:

‘Por otra parte, tenía ataques de mal humor. Un día en que el tendero se había mostrado menos amable había vuelto a su casa en un estado de furor desmedido.

—Está con los otros, este canalla –repetía.

—¿Qué otros?

—Todos los otros.

Grand había incluso asistido a una escena curiosa con la vendedora de tabaco. En medio de una conversación, la vendedora había hablado de un proceso reciente que había hecho mucho ruido en Argel. Se trataba de un joven empleado que había matado a un árabe en una playa.’.

No sé si era esto lo que buscabas en tu memoria y si te ha servido para algo. En todo caso, te agradecía que me dijeras que has leído el comentario (con que cliques en el ‘me gusta’ o pongas un simple ‘leído’ es suficiente), pues en ocasiones uno se tira un buen rato con consultas como esta (ayer, sin ir más lejos, me costó un par de horas localizar el párrafo tras haberle dado antes varias vueltas a la cabeza) y luego solo obtiene la callada por respuesta. Y me digo: ¿es que no lo habrá leído siquiera?, ¿para qué le he dedicado un buen rato de mi tiempo a contestar? Y, claro, se te van las ganas de repetir la experiencia. No me importa estar una o dos horas, o el tiempo que sea, pero para nada por supuesto que no.

Deseo haberte sido útil. Afectuosos saludos.

Ya habrán adivinado que la callada por respuesta fue cuanto obtuve por parte de este individuo tan interesado en Camus. Le pedí esta especie de acuse de recibo porque no es la primera vez que me pasa. En mi blog Música de Comedia y Cabaret, inactivo desde febrero de este año, me preguntaban cosas sobre compositores, temas, bandas sonoras, partituras, actores… Si no sabía la respuesta –lo más frecuente, pues en música (de comedia, de cabaret y de lo que sea) no soy más que un simple aficionado– la buscaba y contestaba, aunque fuese para decir que lamentaba no saberlo y no haberlo podido averiguar. Más de una vez, muchas más, me quedé sin saber nada ya por parte de quien hacía la pregunta. Por eso ahora pedí al menos un simple ‘me gusta’. Como quiera que haciendo clic en el nombre del interesado me redirige a un blog que tiene en Blogspot vi que la última publicación que en este figuraba era del 28 de septiembre, por lo que supuse que no había leído aún la respuesta. No era así. Desde el 6 de este mes hay otra más. ¿Para qué quería saber esto? Ni lo sé ni me importa ya. Allá se las apañe.

Lo peor de todo: volverá a presentarse una situación similar y volveré a actuar del mismo modo. Lo dicho: soy bobo, más que el de Coria.

Que la vida les sea amable.

En obras

shut-up

Este blog está siendo remodelado. De ahí que pueda presentar diversos aspectos según el momento en que haya accedido.

Ruego a todos que me disculpen si durante este tiempo –que parece que va a ser de días– no respondo a la mayoría de los comentarios ni apenas visito sus blogs. Créanme que materialmente no puedo, o esto no terminará nunca, y no saben las ganas que tengo de ponerle fin.

Gracias.

La muñeca (pues eso era)

09

Michel Piccoli en “Tamaño natural” (1973).

Llevo un par de semanas sin publicar nada en el blog. Dejé de hacerlo el día de Reyes de manera súbita e imprevista, de la misma que decidí, esa misma noche, marcharme unos días. La hija de un viejo amigo, que vive en Londres y a la que conozco desde que era una adolescente, acababa de ser madre y, en consecuencia, mi amigo, abuelo. No conocía aún a la criatura y estaba loco por hacerlo. Vente conmigo, anda, me dijo. Pues no estaría nada mal, me dije y le dije yo. Londres, unos días, con bebé de por medio y la subsiguiente y enorme satisfacción de mi amigo, satisfacción de la que iba a ser partícipe, era para mí una proposición irrechazable. Así, que allá que nos fuimos. Los dos. Solos. Sin mi regalo de Reyes.

Regresé el 14, pero seguí sin publicar por otro tipo de razones menos placenteras, mucho menos, razones víricas. Allí estaba mi regalo, tal cual lo dejé, en la misma posición, no se había movido. Y con él la duda que nadie me ha despejado. “¿Qué harían ustedes en mi caso? ¿Lo venderían? ¿Se lo quedarían?”, preguntaba en mi última entrada, si se encontraran, hipotéticamente, en la misma situación. Es decir, si alguien les hubiera regalado algo así. Alguien, una persona. ¿O acaso siguen creyendo que existen los Reyes Magos? Yo, la verdad, no conozco a nadie que sea tan generoso ni que pueda permitirse hacerme un regalo como este. Se trata de una escultura de John de Andrea, uno de los artistas (escultor) más reputados, y, en consecuencia, más cotizados del hiperrealismo. Una escultura (¿muñeca?) como la que figura en la imagen de aquella entrada –no sé si alguien ha llegado a confundirla con una mujer de carne y hueso– perfectamente podría alcanzar en el mercado una cifra cercana a los 200.000 euros.

¿Qué haría yo? Pues venderla. Incluso por mucho menos. Si la tuviera, claro. Mi misantropía no llega a tanto. Es una misantropía compartida, con muy pocos, pero compartida. Nada tengo que ver con los personajes de dos películas –casualmente ambas del mismo año, 1973– cuyo argumento gira en torno a la relación de un hombre con una muñeca: Tamaño natural (Grandeur nature), de Luis García Berlanga, y No es bueno que el hombre esté solo, de Pedro Olea.

Tampoco podría llegar a “enamorarme” de la Olympia de la ópera de Jacques Offenbach Los cuentos de Hoffmann (1881). Sí de la ópera, basada en una obra que Jules Barbier y Michel Carré habían escrito sobre cuentos de E.T A. Hoffmann. Me encanta. Y puede que, también, de la excelente soprano Patricia Petibon, que encarna a Olympia en la versión que de la obra de Offenbach llevó a cabo el Grand Théâtre de Genève en 2008. También me encanta. Pero entonces ya no sería una muñeca, sino una persona que encarna a una muñeca.

Bueno, ¿qué? ¿Venderían el “regalo” o no? En el supuesto de que se hallaran en una situación similar, que es mucho suponer. Aunque ya puestos a fantasear, puede que haya alguien que no
lo haría por la simple y llana de razón de haber encontrado lo que buscaba. O haber descubierto que era esto lo que buscaba. Aun así, hay muñecas (no consideradas esculturas) mucho más económicas que, además, se pueden customizar. Veamos un ejemplo de entre los muchísimos que se encuentran en internet. De este modo se presenta Alina Li, muñeca que cuesta 2.590 euros y que pueden ver en las imágenes que figuran bajo estas líneas: “Hola! Mi nombre es Alina y actualmente vivo (aunque no estoy muy segura de estar viva) en Guangzhou (China) pero estoy dispuesta a viajar a cualquier país del mundo donde se me ame. Como podéis ver por mis fotos soy una chica delgada con un rostro que me dicen que es una monada. Soy tímida y callada en la vida diaria, pero me han fabricado para ser puro fuego en el terreno sexual y creo que me encanta hacer disfrutar a mi pareja… Besos”. Y así la describe el fabricante: “Muñeca sexual hiperrealista fabricada en TPE (Elastómero termoplástico), material que imita a la perfección la piel y la carne humana, su esqueleto interno de metal articulado hace que pueda disfrutar con ella en cualquier posición imaginable. Con un peso medio de 35/50 kg nuestras muñecas sexuales se sienten firmes y solidas como el cuerpo de una mujer real. Su muñeca incluye: peluca, sencillo vestido al azar, e irrigador vaginal (facilita la limpieza de la muñeca). No incluido: la ropa, joyas y accesorios que aparecen en las imágenes tienen fines estéticos para la sesión de fotos y no están incluidos. Desarrollada para tener sexo vaginal, sexo anal, sexo oral y masturbación con los pechos”.

No tengo prejuicio alguno respecto al fetichismo ni a cualquier otra parafilia. Como dijo Oscar Wilde, si “somos tan dados a juzgar a los demás, es debido a que temblamos por nosotros mismos”. Allá cada uno con sus manías y extravagancias. Si alguien es feliz con una muñeca como estas (o muñeco, que también los hay), pues que disfrute mientras pueda.