Tres breves textos de Camus acerca de la condición humana

Cada vez que escucho un discurso político o leo a aquellos que nos dirigen, me asusta, desde hace años, no oír nada que produzca un sonido humano. Son siempre las mismas palabras que dicen las mismas mentiras. Que los hombres se acomoden a ellas, que la cólera del pueblo no haya abatido todavía los fantoches, es una prueba, a mi modo de ver, de que los hombres no conceden ninguna importancia a sus gobiernos y que en verdad juegan toda una parte de sus vidas y de sus llamados intereses vitales.

Agosto de 1937.

El individuo que tanto prometía y que trabaja ahora en una oficina. No hace nada, por otra parte, vuelve a su casa, se acuesta y espera fumando la hora de la cena, se acuesta otra vez y duerme hasta la mañana siguiente. El domingo se levanta muy tarde y, acodado en la ventana, contempla la lluvia o el sol, los transeúntes o el silencio. Así todo el año. Espera. Espera morir. Para qué las promesas, ya que de todos modos…

La política y la suerte de los hombres están labradas por hombres sin ideal ni grandeza. Los que llevan en sí la grandeza, no hacen política. Así en todo. Pero se trata ahora de crear en sí un nuevo hombre. Se trata de que los hombres de acción sean también hombres de ideal y los poetas industriales. Se trata de vivir sin sueños, de llevarlos a la acción. No hay que perderse ni renunciar a ellos.

No tenemos tiempo de ser nosotros mismos. No tenemos tiempo más que de ser felices.

Diciembre de 1937.

Lo que tiene de sórdido y miserable la condición de un hombre que trabaja y una civilización fundada sobre hombres que trabajan.

Pero se trata de subsistir, de no ceder. La reacción natural es siempre la de dispersarse fuera de las horas de trabajo, de crear en torno a sí admiraciones fáciles, un público, un pretexto a cobardías y comedias (la mayoría de los hogares fueron creados para eso). Otra reacción inevitable es hacer frases. Esta última suele ir también junto con aquella, si se agrega el abandono físico, la incultura del cuerpo y el relajamiento de la voluntad.

En primer lugar hay que callarse, suprimir al público y saber juzgarse; equilibrar una aplicada cultura del cuerpo con una aplicada consciencia de vivir; abandonar toda pretensión y consagrarse a un doble trabajo de liberación respecto al dinero y a nuestras propias vanidades y cobardías. Vivir en regla. No están de más dos años en una vida para reflexionar sobre un solo punto. Hay que liquidar todos los estados anteriores y esforzarse, primeramente, en no olvidar lo aprendido, y luego en aprender pacientemente.

A ese precio hay una oportunidad entre diez de escapar a la más sórdida y miserable de las condiciones: el hombre que trabaja.

Abril de 1938.

Albert Camus: Carnets (primera edición 1962, París; primera edición en español 1963, Buenos aires).

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8 pensamientos en “Tres breves textos de Camus acerca de la condición humana

  1. Buenos breves textos, cada uno te deja pensando un rato largo.

    A veer si me puedes ayudar con algo tangencial: Hace un tiempo estoy tratando de acordarme en que otra novela de Camus (que no es El Extranjero) uno de los personajes lee en un diario que «mataron a un árabe en la playa»
    Ambas novelas las leí hace muchos años y no me puedo acordar cuál es la otra

    un gusto pasar por acá
    Saludos!

    Le gusta a 1 persona

    • Creo que te refieres a “La peste”. No soy ningún experto en la obra de Camus, pero por lo que sé Camus hace una referencia a “El extranjero” en ella. Te transcribo el párrafo tal como figura en una edición de “La peste” que tengo en casa (Seix Barral, 1983). Así empieza la página 46 de esta edición:

      ‘Por otra parte, tenía ataques de mal humor. Un día en que el tendero se había mostrado menos amable había vuelto a su casa en un estado de furor desmedido.
      —Está con los otros, este canalla –repetía.
      —¿Qué otros?
      —Todos los otros.
      Grand había incluso asistido a una escena curiosa con la vendedora de tabaco. En medio de una conversación, la vendedora había hablado de un proceso reciente que había hecho mucho ruido en Argel. Se trataba de un joven empleado que había matado a un árabe en una playa.’.

      No sé si era esto lo que buscabas en tu memoria y si te ha servido para algo. En todo caso, te agradecía que me dijeras que has leído el comentario (con que cliques en el ‘me gusta’ o pongas un simple ‘leído’ es suficiente), pues en ocasiones uno se tira un buen rato con consultas como esta (ayer, sin ir más lejos, me costó un par de horas localizar el párrafo tras haberle dado antes varias vueltas a la cabeza) y luego solo obtiene la callada por respuesta. Y me digo: ¿es que no lo habrá leído siquiera?, ¿para qué le he dedicado un buen rato de mi tiempo a contestar? Y, claro, se te van las ganas de repetir la experiencia. No me importa estar una o dos horas, o el tiempo que sea, pero para nada por supuesto que no.
      Deseo haberte sido útil. Afectuosos saludos.

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  2. Pingback: El comentario de un jeta y la respuesta de un bobo – A MI MANERA

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