Al leer la entrada he recordado esta cita de Robert Heinlein:
El único elogio que me interesa es el sonido del dinero que paga el cliente al comprar mis relatos, un dinero que me llega a mí porque yo he llegado a él. O eso, o nada. Apoyo para las artes…¡Merde! ¡Un artista subvencionado por el Gobierno es una puta incompetente!
No es mi caso, no vendo tanto, no vendo casi nada. ¿Una puta, dices? Así se sentía el personaje de mi novela «El hoyo». He aquí un fragmento:
«Él era de las putas relativamente baratas, aunque no hacía la calle. Conoció a un avispado proxeneta que regentaba un lupanar y pudo dejarla. Poseía este amplios conocimientos de las técnicas publicitarias, por lo que sus excreciones se vendían bastante bien. En eso se diferenciaba de la mayoría de los fabuladores y fabulistas, que carecen de mecenas protector que posibilite su derecho a venderse. Cada uno se vende como mejor sabe y puede según la lógica de la mercancía, la forma mercancía y las representaciones que surgen de ella, siguiendo las leyes de la oferta y la demanda. No es la suya una profesión de la que salgan muchas escorts. Solo unos cuantos, muy pocos, logran dedicarse a la prostitución de lujo. Las putas más caras, las más cotizadas, se dan entre las llamadas profesiones liberales, más que liberales liberadoras en tanto que desalojan del alma toda pasión y dan rienda suelta a los más bajos instintos de sus oficiantes: el egoísmo, la codicia, la envidia, la ambición desmedida, lo más sórdido del ser humano, garantizando así a los administradores de los proxenetas, a los que se les llama políticos, también travestidos de espíritu, también zombis caníbales, una apacible existencia que camufla su condición de asesinos en serie. Sumos sacerdotes para sumos proxenetas. Se dan pues las putas más caras, aunque no les gusta que así les llamen, escorts prefieren, entre profesionales de todo tipo, de alta gama, eso sí, y científicos en general. Estos últimos son los más perniciosos creadores, pues nada producen que no tenga aplicación práctica, es decir, dicen ellos, social, es decir, digo yo, dice nuestro hombre, particularista, privativa, exclusiva y única.».
Me apunto la obra para una próxima compra. Y, la verdad, se vende en general muy poco. Hay muchas leyendas circulando sobre lo fabuloso que ha sido internet y las RRSS para la promoción y venta de libros, cuando lo único cierto es que lo que ha aumentado sin medida es el número de escritores intentando vender sus obras en un mercado saturado, con ingentes títulos gratis en formato digital y tanto donde elegir, que puedo decir y demostrar que hoy es mas complicado para un buen escritor forjarse una carrera literaria que hace 20 años atrás.
jajajajjaajjajaajajaja……pues aún no he podido…la distribución de gastos por meses se impone….siento «carete fatal»…por cierto…¿Tú compraste la mía? jajajajajajajjaj
A ver, Ana, ¿no hablas de “filosofía del reconocimiento”? Pues eso. Me cae mejor quien me “reconoce”. ¿A ti no?
En cuanto a tu pregunta, ¿es lo que se llama una “pregunta trampa”? Supongo que sabrás que “Tren sin parada”, según Amazon, no está disponible.
No suelo decirle a nadie si he comprado su libro o no, no quiero que nadie compre un libro mío por obligación. Una cosa, que por otra parte ya llevo días pensando, sí te digo: un día voy a hacer una entrada con citas de libros de otros que tienen también un blog aquí, y estoy convencido de que habrá alguien de los citados que igual clica en el Me gusta y ni se da cuenta de que en ella cito un libro suyo.
Gracias por tu comentario, pues una sonrisa siempre viene bien.
Tienes toda la razón!
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Al leer la entrada he recordado esta cita de Robert Heinlein:
El único elogio que me interesa es el sonido del dinero que paga el cliente al comprar mis relatos, un dinero que me llega a mí porque yo he llegado a él. O eso, o nada. Apoyo para las artes…¡Merde! ¡Un artista subvencionado por el Gobierno es una puta incompetente!
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No es mi caso, no vendo tanto, no vendo casi nada. ¿Una puta, dices? Así se sentía el personaje de mi novela «El hoyo». He aquí un fragmento:
«Él era de las putas relativamente baratas, aunque no hacía la calle. Conoció a un avispado proxeneta que regentaba un lupanar y pudo dejarla. Poseía este amplios conocimientos de las técnicas publicitarias, por lo que sus excreciones se vendían bastante bien. En eso se diferenciaba de la mayoría de los fabuladores y fabulistas, que carecen de mecenas protector que posibilite su derecho a venderse. Cada uno se vende como mejor sabe y puede según la lógica de la mercancía, la forma mercancía y las representaciones que surgen de ella, siguiendo las leyes de la oferta y la demanda. No es la suya una profesión de la que salgan muchas escorts. Solo unos cuantos, muy pocos, logran dedicarse a la prostitución de lujo. Las putas más caras, las más cotizadas, se dan entre las llamadas profesiones liberales, más que liberales liberadoras en tanto que desalojan del alma toda pasión y dan rienda suelta a los más bajos instintos de sus oficiantes: el egoísmo, la codicia, la envidia, la ambición desmedida, lo más sórdido del ser humano, garantizando así a los administradores de los proxenetas, a los que se les llama políticos, también travestidos de espíritu, también zombis caníbales, una apacible existencia que camufla su condición de asesinos en serie. Sumos sacerdotes para sumos proxenetas. Se dan pues las putas más caras, aunque no les gusta que así les llamen, escorts prefieren, entre profesionales de todo tipo, de alta gama, eso sí, y científicos en general. Estos últimos son los más perniciosos creadores, pues nada producen que no tenga aplicación práctica, es decir, dicen ellos, social, es decir, digo yo, dice nuestro hombre, particularista, privativa, exclusiva y única.».
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Me apunto la obra para una próxima compra. Y, la verdad, se vende en general muy poco. Hay muchas leyendas circulando sobre lo fabuloso que ha sido internet y las RRSS para la promoción y venta de libros, cuando lo único cierto es que lo que ha aumentado sin medida es el número de escritores intentando vender sus obras en un mercado saturado, con ingentes títulos gratis en formato digital y tanto donde elegir, que puedo decir y demostrar que hoy es mas complicado para un buen escritor forjarse una carrera literaria que hace 20 años atrás.
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Hace 20 años no tenía problema alguno. Va ser cierto aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor.
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jajajajjaajjajaajajaja……pues aún no he podido…la distribución de gastos por meses se impone….siento «carete fatal»…por cierto…¿Tú compraste la mía? jajajajajajajjaj
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A ver, Ana, ¿no hablas de “filosofía del reconocimiento”? Pues eso. Me cae mejor quien me “reconoce”. ¿A ti no?
En cuanto a tu pregunta, ¿es lo que se llama una “pregunta trampa”? Supongo que sabrás que “Tren sin parada”, según Amazon, no está disponible.
No suelo decirle a nadie si he comprado su libro o no, no quiero que nadie compre un libro mío por obligación. Una cosa, que por otra parte ya llevo días pensando, sí te digo: un día voy a hacer una entrada con citas de libros de otros que tienen también un blog aquí, y estoy convencido de que habrá alguien de los citados que igual clica en el Me gusta y ni se da cuenta de que en ella cito un libro suyo.
Gracias por tu comentario, pues una sonrisa siempre viene bien.
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