The Golden Age (La edad de oro)

Este vídeo ha sido calificado para mayores de 18 años por razones obvias, como podrán comprobar si lo ven. Si así lo hacen y lo consideran merecedor de su reconocimiento les agradeceré que pongan un ‘me gusta’ en YouTube. Muchas gracias.

Las 31 fotografías de Joel-Peter Witkin que, acompañadas por la música de Shostakovich, conforman el vídeo, se exhibieron en 1988, con otras muchas más, en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid), primero, y acto seguido en la Sala Parpalló de la Diputación de Valencia, que por entonces dirigía mi amigo Artur Heras. No pasó nada. Me cuesta creer que si esta misma exposición se presentase hoy no levantara airadas protestas, manifestaciones y denuncias por parte de los veladores morales de nuestros rancios valores, meapilas varios y demás personas de mente biempensante. O igual no. Es posible que ni siquiera se hubiese llevado a cabo ante el temor a este tipo de reacciones. En todo caso, la autocensura no hubiera faltado. Y es que la obra de Witkin se muestra tremendamente actual en los momentos que vivimos.

La llamada edad de oro del capitalismo comprende el período transcurrido desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta la crisis del petróleo de 1973. Fue esta una época que se caracterizó por un acelerado crecimiento económico (el mayor del siglo) de los países norteamericanos y europeos, una expansión industrial capitaneada por los Estados Unidos –país que durante la Segunda Guerra Mundial no había sufrido daños en su infraestructura industrial, urbana, de transportes y comunicaciones– y basada en el enorme potencial de la tecnología americana (made in America) y la pujanza militar de la ya primera nación del mundo. Este boom económico y la aplicación de la revolución tecnológica iniciada durante la guerra a las necesidades de las personas transformaron por completo la vida cotidiana en los países ricos (y en menor medida también en los pobres).

La crisis de 1973 evidenció los primeros síntomas de que el crecimiento económico sostenido que había caracterizado la economía de los países capitalistas desde la reconstrucción de posguerra llegaba a su fin. Tras convertir Chile, mediante el orquestado golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, en una especie de laboratorio donde experimentar la política económica ultraliberal, poco más tarde Margaret Thatcher y Ronald Reagan pusieron en práctica dicha política en Occidente, lo que nos llevaría a eso que llaman crisis y a un cada vez mayor deterioro del nivel de bienestar social y de continuada pérdida de derechos y libertades. Con el definitivo desmoronamiento de la Unión Soviética (1991) se iniciaba un tiempo histórico nuevo con Estados Unidos como único poder global y su modelo político-económico-social como único posible. Finalizaba victoriosamente la batalla por la conquista de la mente humana, que dijo Kennedy, y comenzaba un nuevo tipo de sociedad “constituida por un conjunto de individuos egocéntricos completamente desconectados entre sí que persiguen tan solo su propia gratificación (ya se la denomine beneficio, placer o de otra forma)” (Hobsbawm: Historia del siglo XX). Y de aquellos barros, estos lodos en que nos vamos hundiendo poco a poco.

Así las cosas, las fotografías de Joel-Peter Witkin cobran un especial protagonismo en el momento actual, al igual que la reflexión que él mismo hace acerca de la humanidad en un texto publicado en el catálogo de la mencionada exposición titulado “El porqué de mi obra”:

El ser humano es el único ser vivo con imaginación. Ningún océano, montaña o galaxia tiene capacidad para representarse el destino. Por desgracia, el mundo de hoy se está convirtiendo en sistemas materiales que anestesian la tendencia de todo individuo a forjarse un destino. Es como si nuestros corazones y nuestras mentes hubieran sido bañados en plástico. Mientras tanto, estamos sacrificando nuestro derecho como seres humanos al conocimiento de lo ignoto. El no sentir la necesidad de plantearse en la vida otra ambición que no sea la indulgencia material, supone la gran desesperanza de nuestro tiempo.

Si alguna vez creímos que volveríamos a disfrutar de una nueva edad de oro, si luego ya no lo veíamos tan claro y empezábamos a dudar, mas sin dejar de perder la esperanza, hoy podemos estar seguros de que aquellos tiempos son solo cosa del pasado y nunca regresarán.

En cuanto a la música, que a mi parece de lo más apropiada, se trata del tango del ballet The Golden Age (La edad de oro), que compuso Dmitri Shostakovich en 1930, y es una mirada satírica del cambio político y cultural en la Europa de los años veinte del siglo pasado, años que en muchas cosas nos recuerdan igualmente este incierto y oscuro presente que, presagiando el futuro, es cada día más negro.

7 pensamientos en “The Golden Age (La edad de oro)

  1. Disculpa que comente aquí en vez de YouTube. Me gusta. Especialmente la música. Las fotografías no tanto, si que aprecio la composición y la elaboración de las mismas, pero últimamente estoy muy en plan convencional desde el punto de vista estético. También creo que ambas cosas están bien casadas, y armonizan.
    Y dices bien de lo ultraliberal y su proceso, pero me gustaría señalar que con la anuencia del occidental, el cual asiste complacido al espectáculo, embelesado por el prestidigitador del dinero que le muestra con una mano un iPhone, y con la otra le cuela un chino en su mesa que le disputará, en sucia lid a su pesar, el plato de comida.
    Se levantan las barreras, las del dinero, y no la de las personas salvo cuando estas sean mano de obra barata, mercadería, categoría en la cual nunca debió de entrar el trabajo.
    Y me jode, porque yo me podría haber subido a un banco, lanzar mi discurso, y a estas alturas ser un telepredicador de éxito en Surinam, con chambelán propio.
    Pero no me dejan.
    Saludos

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    • Por supuesto que con la anuencia de todos. Este espectáculo, el mayor de la historia, permite participar a mucha gente. Eso sí, como figurantes. El papel de protagonismo está reservado para unos pocos. Y todos tan contentos. Pues ¡hala!, que les den.
      Saludos, Caito.

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  2. Dices…»Me cuesta creer que si esta misma exposición se presentase hoy no levantara airadas protestas, manifestaciones y denuncias por parte de los veladores morales de nuestros rancios valores, meapilas varios y demás personas de mente biempensante.»…Me viene a la cabeza los éxitos musicales que en su día tuvieron peña como La Polla Records y grupos de ese estilo, hacia 1980, con sus letras cáusticas y reivindicativas…Hoy hubieran estado todo el día en los tribunales o hubieran tenido que hacer la maleta…asignatura pendiente…Un saludo Manuel

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  3. Es indiscutible el retroceso en libertad de expresión y las limitaciones autoimpuestas por un clima general donde hay que ser a toda costa políticamente correcto so pena de ser corrido a gorrazos en las redes sociales o denunciado por cualquier colectivo integrista. Tanta posmodernidad pulcra y correcta me hace añorar aquellos ochenta locos.
    Salut, Manuel.

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    • Al final añoraremos hasta los momentos en que fuimos unos pobres desgraciados . Ya lo dijo Pessoa: “El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad”.
      Salut, Charly!

      Le gusta a 1 persona

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