¿Os habéis preguntado alguna vez suficientemente cuán caro se ha hecho pagar en la tierra el establecimiento de todo ideal? ¿Cuánta realidad tuvo que ser siempre calumniada e incomprendida para ello, cuánta mentira tuvo que ser santificada, cuánta conciencia conturbada, cuánto ‘dios’ tuvo que ser sacrificado tal vez? […] Durante demasiado tiempo el hombre ha contemplado ‘con malos ojos’ sus inclinaciones naturales, de modo que estas han acabado por hermanarse en él con la ‘mala conciencia’. […] Los ideales que hasta ahora han existido […] son ideales hostiles a la vida, ideales calumniadores del mundo. […] ¡Qué complaciente, qué afectuoso se muestra todo el mundo con nosotros tan pronto como hacemos lo que hace todo el mundo y nos ‘dejamos llevar’ como todo el mundo!
Friedrich Nietzsche: La genealogía de la moral (1887). Edición en español de 1972 (traducción de Andrés Sánchez Pascual).
Reblogueó esto en El Noticiero de Alvarez Galloso.
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Quizás desde que tomamos consciencia de nuestra desnudez, desde ese día en que comimos el fruto del árbol del conocimiento, del bien y del mal, o de la ciencia que lo llamó Baroja.
Puede que desde entonces estemos intentando construir otro orden. Un nuevo orden que quiere pero no puede del todo desprenderse de la esencia del anterior, y que básicamente lo sofistica y arruina.
Deben de ser cosas del demonio, que sigue empeñado en amargarle la vida a su antiguo jefe.
Así, ambos viejos amigos y necesitados el uno del otro, libran su batalla a través de nosotros.
No se me ocurre otra explicación, salvo la de la imbecilidad congénita, que también podría ser.
Saludos
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Somos el problema cuando deberíamos ser la solución. Sí, la imbecilidad congénita, un gen que ha evolucionado de forma acelerada y parece que va a más. Tampoco se me ocurre otra razón.
Saludos, Caito.
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El maestro Nietzsche continua haciendo filosofía a martillazos…Besos al vacío
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