Nada mejor que una hipnosis colectiva ante tantas situaciones en las que siempre vemos reflejados a otros.
La realidad se muestra ajena a nuestros designios, nada podemos hacer para transformarla, somos impotentes y es en la impotencia y desde la impotencia donde nos sentimos más cómodos.
Somos humanos. No hay realidad individual fuera de lo social, nos diluimos y diluimos nuestro sentir en un mar de generalizaciones a las que llamamos principios y normas que rigen un mundo ontológicamente ordenado para que nuestro subsistir dependa siempre de los intereses de los poderosos, grupo del que nos gustaría formar parte y en el que creemos que algún día seremos aceptados. Para eso luchamos, nos entregamos, trabajamos, procreamos, proyectamos, resolvemos, para ser alguien en un mundo de nadies.
Pingback: Votando, votando, a Bruselas voy – EL BLOG DE MANUEL CERDÀ