Puedo entender, que no aceptar, todo menos la indiferencia.
Puedo entender, que no aceptar, a quien considere que en Europa no se debe dejar entrar a migrantes económicos ni a migrantes refugiados.
Puedo entender, que no aceptar, que piensen que es un beneficio para los demás. Somos demasiados y es cuestión de supervivencia.
Puedo entender, que no aceptar, que alguien piense así. Incluso a los que teniendo capacidad para decidir, dictaminar y resolver no hacen nada por evitarlo, más bien lo contrario.
Puedo entender, que no aceptar, los motivos de su actuación.
Pero nunca llegaré a entender a los indiferentes. Esos me producen verdadero asco. No hay actitud más abyecta, más repugnante. Ninguna compasión siento por sus desgracias. Tampoco sienten ellos conmiseración alguna por los infortunios de los otros. Es más: posiblemente ni siquiera les consideren unos desdichados, pues ni siquiera los consideran.