Por fin tengo el placer de presentarles oficialmente a Prudencio Calamidad. Digo ‘oficialmente’ porque a quien siga este blog con cierta asiduidad es probable que su nombre le suene, pues me he referido a él en varias ocasiones. Prudencio Calamidad es el título de mi última novela y uno de sus personajes principales, junto a Robin, Johnny y Tomate, una novela que nada tiene que ver con las que he publicado hasta ahora. Este es su argumento tal como figura en la contraportada:
A Robin, Johnny y Tomate, tres amigos de 17-18 años de cualquier barrio de las afueras de cualquier ciudad, se les aparece un buen día un genio que dice llamarse Prudencio y estar a su disposición para satisfacer cuantos deseos quieran durante doce horas. Al principio no le creen, pero a medida que va mostrando los poderes que posee sus sospechas se van disipando.
Sin embargo, no está claro que Prudencio –luego confesará que su verdadero nombre es Argararemon– sea un genio. Los genios no existen. ¿Quién es este personaje? ¿Qué quiere de los chicos? Sea quien sea, con él experimentarán la aventura más increíble y excitante de sus cortas vidas –que cambiarán para siempre–, una aventura que se irá complicando cada vez más y por la que Prudencio se ganará el apelativo de Calamidad.
Prudencio Calamidad es –o pretende ser– una sátira de ‘ciencia-ficción’, cuyo argumento transcurre en el presente, divertida, ácida y sumamente crítica con el sistema, o sistemas, de organización social en que se ha dotado la humanidad a lo largo de la historia. Quiere ser también políticamente inconveniente y que el lector se encuentre ante el dilema de corroborar o refutar estas palabras que Prudencio, Prude, o Argararemon, o quien finalmente sea el enigmático personaje que es, o se hace pasar, por genio, nos dijo (a los chicos y a mí): “Los humanos nunca estaréis preparados para entender comportamientos que no se adecuen a vuestro sentido de la normalidad, de lo que consideráis ‘normal’ y tratáis de justificar mediante la lógica o la ciencia”.
Es esta mi cuarta novela desde que emprendí la aventura de dedicarme a escribir narrativa y dejar más o menos de lado –harto y cansado de moverme en un medio donde lo que prima es la meritocracia, el amiguismo y la corrupción intelectual de tanto mindundi servil del poder, por mucho que algunos se disfracen de progre– la historia social y la arqueología industrial, disciplinas que han centrado mi trayectoria profesional hasta hace unos años. Prudencio Calamidad se suma, así, a El viaje (2014), El corto tiempo de las cerezas (2105) y Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird) (2016).
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