Yo besé a Rosaura y ella me besó a mí. Ese era el hecho. Eso sucedió. Pero si ahora me reencontrase con Rosaura, Rosaura ya no sería Rosaura, la Rosaura que yo había conocido, sería otra Rosaura, como yo no era aquel yo, sino otro yo. ¿Qué lugar ocuparía ahora aquel beso en los recuerdos de Rosaura? ¿Lo habría olvidado? ¿Seguiría presente en su memoria? Si lo recordaba es que para ella fue, simplemente fue, lo que ya es; si solo rara vez lo rememorara es que seguía existiendo pero no fue lo que para mí fue, por lo que ya serían dos cosas distintas un simple hecho, o tres si, contrariamente a lo que yo creía, alguien llegó a contemplar la escena. Tres cosas distintas, tres significados diferentes, un mismo hecho, y es posible que donde yo viera amor Rosaura únicamente apreciase un gesto cariñoso de despedida, y el hipotético observador simple concupiscencia. Pero yo besé a Rosaura y Rosaura me besó a mí. Eso fue. Claro que nada es lo que es y tampoco lo que parece. Un reencuentro (…) podría corromper mi recuerdo, incluso romperlo en mil pedazos, y tendría que empezar de nuevo, o abandonar la empresa, tal vez recomponerme, y de ahí a la locura hay un paso.
Manuel Cerdà: El viaje (2014).
Publicada originalmente en: https://musicadecomedia.wordpress.com/2015/11/04/yo-bese-a-rosaura-y-rosaura-me-beso-a-mi/