
El fútbol se ha convertido en el nuevo esperanto, una moderna lengua franca en el más estricto sentido de la palabra. Es un idioma puente, un idioma comercial que facilita el intercambio cultural en todo el mundo. Un amigo mío, que viajó a una región remota de Vietnam me contó que, durante las dos semanas que estuvo allí, consiguió salir adelante empleando solo dos palabras: David Beckham. […]
Este deporte es igualitario porque tiene algo que le gusta a todo el mundo. Es el último bastión del tribalismo en un mundo civilizado. Por tanto, es un refugio del pensamiento políticamente correcto. […] Tanto los hombres como las mujeres se sienten a salvo en el mundo del fútbol. Es un enclave que se aleja de los valores santurrones de la BBC, del Guardian, del Partido Laborista […] y de todas las preocupaciones del mundo. Cuando intentas derribar las murallas, lo haces bajo tu propia responsabilidad. Ir al fútbol es como decir “que te den” a todo lo que acabo de mencionar. Cuando vas al fútbol no tienes que preocuparte por los esfuerzos económicos de tu país, por la gripe aviar, por el sida, por la igualdad de género, por la guerra de Irak, por Afganistán, por el conflicto de Irlanda del Norte, por el hambre en África, por el terrorismo islámico, por el 11-S, por los palestinos… De hecho, no tienes que preocuparte por casi nada aparte de por el partido en sí. Y no solo eso, sino que, además, un estadio de fútbol es, para mí, el único sitio del mundo donde una persona adulta puede comportarse como un niño sin que los demás se den cuenta o les importe un pimiento en caso de que se la den.
Philip Kerr: Falso nueve, 2015 (edición en castellano de 2018, traducción de Víctor M. García de Isusi).


