La chica y el gánster celoso

Ella era una famosa cantante y fue una de las estrellas más populares de la canción y del cine estadounidenses en las décadas de 1920 y 1930. Se llamaba Ruth Etting. Él, Martin Snyder, más conocido por el alias de Moe the Gimp, un gánster de Chicago que mantenía muy buenas relaciones en el mundo político y del entretenimiento y se enamoró perdidamente de ella.

Ruth Etting había nacido en David City (Nebraska, Estados Unidos) el 23 noviembre 1896. Hija de un banquero, su madre murió cuando tenía cinco años y se crió con sus abuelos. Le gustaba cantar en la escuela y en la iglesia y a los 16 años marchó a Chicago para estudiar en la escuela de arte. Consiguió trabajo en el night-club Marigold Gardens en el diseño de vestuario, aunque pronto empezó a actuar como corista y, al poco, en solitario. A los 18 años era vocalista del Marigold. En 1927, en Nueva York el propio Irving Berlin la recomendó para las Ziegfeld Follies, revistas musicales que llevaban el nombre de su creador, Florenz Ziegfeld, de gran éxito entre 1907 y 1931. Debutó así en Broadway, en el prestigioso New Amsterdam Theatre, con Ziegfeld Follies of 1927. No pasó desapercibida y en 1928, con Eddie Cantor –quien también había formado parte del elenco de Ziegfeld Follies of 1927–, estrenó –de nuevo en el New Amsterdam Theatre– otra producción de Ziegfeld:  Whoopee!, que se mantuvo en cartel durante 379 representaciones y estaba en pleno éxito cuando fue retirada al quebrar Ziegfeld.

Martin Snyder, o Moe the Gimp, tenía tres años más que Ruth y se dedicaba al lucrativo y peligroso oficio de gánster en aquel turbulento Chicago de los años 20. Un buen día la vio actuar, se enamoró de ella –no sé si ella de él– y se casaron en 1922. Con su “ayuda”, Ruth comenzó a sonar en la radio y firmó un contrato en exclusiva con la discográfica Columbia Records en 1926. Un año después pasó a ser una de las más famosas chicas de las Ziegfeld Follies, llegando a ser conocida como la novia de la canción americana, o la novia de América, y siguió grabando y trabajando en el cine. Cada día era más popular.

Admirada por su gran belleza –era rubia y de ojos azules– y su hermosa voz, su carrera fue relativamente corta: de 1926 –año en que grabó su primer disco– a 1937, cuando el escándalo en que terminó su triángulo amoroso acabó con su éxito.

Durante este periodo, la más extraordinaria cantante de los años 20 y 30, según Ziegfeld, no dejó de cosechar triunfos. Además de su labor en los musicales de Broadway, protagonizó veintiocho cortometrajes musicales –producciones muy de moda en la época– entre 1929 y 1936, cuatro largos –Escándalos romanos (1933), Mr. Broadway (1933), El don de la labia (1934) y Hips, Hips, Hooray! (1934)– y sesenta de sus canciones fueron hits entre mediados de la década de 1920 y mediados de la de 1930.

Vamos con algunos de sus éxitos de esta breve al tiempo que intensa carrera. De 1929 es este cortometraje, Ruth Etting in Favorite Melodies, de cinco minutos y medio de duración, con las canciones “My Mother’s Eyes” (de Abel Baer y L. Wolfe Gilbert) y “That’s Him Now” (de Milton Ager y Jack Yellen).

A One Good Turn, otro corto estrenado en 1930, de 17 minutos, pertenece este fragmento en el que interpreta “If I Could Be With You” (de Henry Creamer y James P. Johnson).

En estos momentos, Etting gozaba de una enorme popularidad. Tenía su propio programa de radio en la CBS –de quince minutos de duración, dos veces por semana–, seguía grabando con Columbia y rodando en Hollywood cortometrajes y películas de larga duración. Al corto de 1931 Old Lace corresponde la secuencia del primer vídeo que sigue en el que interpreta “Let Me Call You Sweetheart” (de Beth Slater Whitson y Leo Friedman). El segundo es un fragmento de Melody in May, cortometraje de 20 minutos dirigido por Ben Holmes y estrenado en 1936. La canción que interpreta es “It Had To Be You” (1924, de Isham Jones y Gus Kahn).

Fue en Hollywood donde su matrimonio finalmente se vino abajo. En 1937 Ruth se enamoró del pianista y compositor Harry Myrl Alderman. Cuando Gimp se enteró montó en cólera, tuvo un altercado con Alderman y terminó disparándole un tiro. Alderman sobrevivió, Gimp fue a la cárcel y Ruth se divorció y se casó con su verdadero amor. Eso sí, el escándalo fue demasiado para su carrera. Hizo algunos intentos de volver a escena, pero sus días como la novia de América habían terminado. No pareció importarle demasiado, no era el ego uno de los rasgos que definían su carácter. Se retiró a Colorado Springs (Colorado, Estados Unidos), donde vivió en un rancho a las afueras con Harry Myrl Alderman. Alderman murió en 1966 y Ruth doce años más tarde, el 24 septiembre 1978, en Colorado Springs

Ruth Etting en 1937.

Una historia como la de Etting, con gánster de por medio, triángulo amoroso y escándalo incluido, más o menos pronto tenía que dar lugar a una adaptación cinematográfica. Y, así, en 1955, se estrenó la película de Charles Vidor Love me or Leave Me (Quiéreme o déjame), en la que Doris Day encarnaba a Ruth Etting, James Cagney al mafioso Gimp y Cameron Mitchell a Alderman. Con Doris Day interpretando la canción de Irving Berlin “Shaking the Blues Away” (1927–1931) termina la entrada.

Que pasen un buen domingo.

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Nota: Una versión más extensa de esta entrada fue publicada en mi blog Música de Comedia y Cabaret (ahora inactivo) el 28 de abril de 2014.

¿Quién fue Gypsy Rose Lee?

Actualizando ayer mi blog Música de Comedia y Cabaret, como hago de vez en cuando aunque ya no está activo por si hay algún vídeo eliminado y lo puedo sustituir, me di cuenta de que el pasado 26 de abril se cumplieron 50 años del fallecimiento de Gypsy Rose Lee, actriz estadounidense y artista del burlesque norteamericano, género en el que se inició a los 15 años espoleada por su madre, quien no dudó en falsificar la fecha de su nacimiento para cumplir su sueño de verla convertida en estrella.

He buscado en internet noticias al respecto aparecidas en cualquier medio y no he encontrado la más mínima referencia. Nadie se acordó de la que en su día fue tan popular que incluso se la encontraba en sitios inimaginables para una artista de burlesque, como en los bailes de la alta sociedad. Y es que la suya fue una de esas vidas rotas, esas vidas que queman al arder como celebridades y cuyas cenizas luego no interesan a nadie. O a casi nadie, pues esta es mi conmemoración a su memoria.

Su verdadero nombre era Rose Louise Hovick y nació en Seattle (Washington) el 8 de enero de 1911, pero todos la llamaban Louise. Su padre era un hombre de negocios, John Olaf Hovick, un vendedor de anuncios publicitarios cuya aspiración era llevar una vida tranquila y sosegada. Su madre, Rose Thompson Hovick, tenía otras ambiciones. Soñaba con salir de Seattle y aspiraba a labrarse una vida muy distinta a la de su marido en el mundo del espectáculo, para ella y para su hija, en cuya beldad centraba su futuro. Cuando en 1912 tuvo otra hija, June, le pareció que era aún más bella y fotogénica. No se lo pensó dos veces y decidió hacer carrera en el mundo del vodevil con sus hijas. Su marido se opuso y se divorció de él. Cuando Louise tenía 7 años y June 5 ya habían conseguido cierto renombre como Baby June and Her Farmboys. June era la estrella y por sus actuaciones venían a ganar unos 1.500 dólares a la semana, cantidad más que respetable que, sin embargo, no les alcanzaba para poder seguir el alto nivel de vida que, según muchos, llevaba su madre.

Sin embargo, había una forma de vodevil que todavía atraía multitudes: el burlesque. Eventualmente, Rose, Louise y compañía tuvieron que actuar en una local de burlesque. En algún momento durante su estancia allí, la estríper que hacía uno de los números principales no pudo continuar su actuación y Rose, que nunca dejó pasar una oportunidad, sugirió que la terminara Louise, que solo tenía 15 años. Subió al escenario vistiendo poco más que una falda de hierba y lenta, provocativamente, continuó el estriptis. El público respondió favorablemente. Louise finalmente había encontrado su vocación, o, más bien, la que su madre había previsto. Fue entonces que cambió su nombre de nacimiento (Rose Louise Hovick) y formó su nombre artístico anteponiendo al suyo la palabra Gypsy (gitana) –por su afición a leer las hojas de té para predecir el futuro– y añadiendo Lee porque le pareció que, de ese modo, sonaba mejor. Como Gypsy Rose Lee inició una exitosa carrera en el burlesque, incorporando humor e inteligencia, así como la necesaria eliminación de varias prendas de ropa en sus actuaciones.

Tentada por el cine, decidió probar suerte en el mismo. Rodó cinco películas entre 1937 y 1943, pero su carrera cinematográfica fue un fracaso. En la década de 1950 se la consideraba la reina del burlesque. Ella se sentía a gusto con el rol, tanto como a disgusto en su vida personal. Había pasado por tres matrimonios, a cual más infeliz, y las disputas con su madre eran continuas. Mamá Rose era inflexible y no dudaba en recurrir al chantaje emocional y la manipulación.

Al morir su madre en 1954, Gypsy Rose se sintió libre de ataduras y escribió un libro de memorias titulado Gypsy: A Memoir (Nueva York, Harper & Bros., 1957). El libro se convirtió en un best seller y no tardó en llamar la atención de los productores de Broadway. Una historia como la suya prometía, y así nació el que muchos consideran el mejor musical de Broadway de todos los tiempos: Gypsy. Con libreto de Arthur Laurents, música de Jule Styne y letras de Stephen Sondheim, se estrenó en 1959 y fue un éxito inmediato, superando todas las previsiones. Fue producido por David Merrick, con coreografía de Jerome Robbins, y protagonizado por Ethel Merman, La Gran Dama de Broadway, como Rose, y Sandra Church en el papel de Louise. Otros montajes de Gypsy se estrenaron después, pero para mí ninguno como el de 2015 en el West End (Savoy Theatre), con una inconmensurable Imelda Staunton haciendo de Rose. En 1962, tres años después de su presentación en 1959, se estrenó la versión cinematográfica de 1962 Gypsy (La reina del Vaudeville), con Natalie Wood como Gypsy Rose Lee y Rosalind Russell como su madre (Rose).

Termino con unos vídeos. Los dos primeros, con la auténtica Gypsy Rose Lee en sendas secuencias de las películas Stage Door Canteen (1943, Tres días de amor y fe), típico filme rodado en plena Segunda Guerra Mundial en el que célebres artistas entretienen a los soldados que regresan del frente, en esta ocasión en un club de Broadway, y Screaming Mimi (1958, La caza del asesino). Los otros dos son sendos resúmenes de la producción de 2015 del West End y de la película de 1962.

Quede aquí el testimonio de mi recuerdo hacia Gypsy Rose Lee, una mujer cuya vida fue consumida por el mundo del espectáculo, como tantas otras, alimento de ambiciones ajenas e instrumento y víctima de una sociedad en que la vida misma que se entiende básicamente como espectáculo.

Victor Victoria

Aunque cerré mi blog Música de Comedia y Cabaret en febrero del año pasado, sigue recibiendo un buen número de visitas y de vez en cuando voy revisando las entradas para ver qué videos de los que en ellas figuran han sido eliminados e incluirlos de nuevo. Hoy ha sido uno de esos días y me he ocupado de revisar, entre otras, la entrada que dediqué a la película musical Victor Victoria. Me he llevado la sorpresa que el número de vídeos susceptibles de ser insertados es mucho mayor que cuando la publiqué en Música de Comedia y Cabaret y he decidido trasladarla aquí por una razón: me encanta esta película.

La primera versión que se hizo de ella se remonta a los inicios de la llegada al poder del nacionalsocialismo alemán. En 1917 se había creado en Berlín Universum Film AG (UFA), uno de los estudios cinematográficos de mayor importancia entre dicho año y 1945, del que salieron títulos como El gabinete del doctor Caligari (1919), Metrópolis (1927) o El ángel azul (1930). En 1933, ya con los nazis en el Gobierno, se creó el Departamento de Higiene Racial y comenzaron las purgas de realizadores, productores, guionistas y actores judíos. Muchos fueron los que se vieron obligados a exiliarse, entre ellos directores como Fritz Lang, Max Ophüls, Robert Siodmak o Billy Wilder. No solo peligraba su carrera, también –y sobre todo– su vida.

Aunque pueda parecer raro, Hitler –pintor fracasado– consideraba que no había que mezclar arte y política. Goebbels, por su parte, gran cinéfilo y responsable de la industria cinematográfica, tenía una opinión sobre el séptimo arte mucho más compleja y problemática, aunque no distaba mucho de la del Führer. Se ejerció un control muy estricto tanto sobre la producción alemana como sobre las películas importadas, pero la gran mayoría de obras que realizadas por aquel entonces fueron filmes de entretenimiento o epopeyas históricas que se siguen proyectando en la televisión alemana sin despertar el menor malestar. De hecho, de los más de 1.100 largometrajes de ficción producidos durante los once años de existencia del III Reich, el porcentaje de películas claramente políticas es mínimo.

Este amago de tolerancia se acompañó en los primeros tiempos con el ofrecimiento a algunos reconocidos actores y directores de hacer la vista gorda respecto a su ascendencia judía y ser nombrados “arios de honor”. La maniobra no tuvo mucho éxito, pero algunos picaron, entre ellos Reinhold Schünzel –aunque finalmente no tendría otro remedio que exiliarse también–, quien el mismo año que los nazis ganaron las elecciones, consiguieron la Cancillería del Reich y pusieron en marcha sus medidas de “higiene racial” rodó Viktor und Viktoria (1933). La historia de Susanne, cantante de cabaret que no logra que su carrera despegue hasta que se hace pasar por un hombre que se disfraza de mujer, fue un tremendo éxito. Así, solo un año después ya se rodó un remake en Francia con el título Georges et Georgette, dirigido por Roger Le Bon y Reinhold Schünzel.

Viktor und Viktoria se estrenó en Estados Unidos en 1934. También triunfó. Al año siguiente una nueva versión, esta vez británica y titulada First a Girl, llegaba a las carteleras anglosajonas. Tiempo después de finalizada la Segunda Guerra Mundial, en 1957, se estrenó otro remake alemán con el mismo título de la versión original, Viktor und Viktoria, y en 1975 se presentaba en las pantallas argentinas Mi novia el…, título que la censura no permitió y los productores decidieron recortar (el original era “Mi novia el travesti”). Unos años después, en 1982, Blake Edwards –el último de los grandes directores de comedia (no solo) de Hollywood– rodaba y estrenaba Victor Victoria (¿Víctor o Victoria? en la versión española), con Julie Andrews, James Garner, Robert Preston y Alex Karras en los papeles principales. Eso de que «segundas partes nunca fueron buenas» no siempre es verdad. Al menos en este caso, en absoluto.

Pero antes de contemplar algunos de los mejores números musicales de la versión de Edwards, veamos una secuencia del film alemán de 1933. Renate Müller encarna el papel que luego desempeñaría Julie Andrews y que aquí se llama Susanne Lohr, mientras que Viktor Hempel es Victor.

Y ahora vamos ya con la película de Edwards, con algunas de las secuencias musicales en el orden en que estas se suceden en la película. La música es nada más y nada menos que uno de los mejores compositores –¿el mejor?– con que ha contado Hollywood: Henry Mancini, quien ganó el Oscar a la Mejor adaptación musical por esta película. Las letras fueron escritas por Leslie Bricusse. Todos los números musicales son una verdadera maravilla. Comenzamos con dos vídeos que incluyen “Le Jazz Hot” y «The Shady Dame From Seville», ambos interpretados por Julie Andrews.

Tras «The Shady Dame from Seville» figuran «Chicago, Illinois», con Lesley Ann Waren; “You and Me”, con Robert Preston y Julie Andrews, y “Crazy World” (Julie Andrews).

El último número de Victor Victoria es la desternillante versión que de «The Shady Dame From Seville» realiza al final de película un genial Robert Preston. Absolutamente magnífico.

Que tengan un buen día.