Nuestro hombre está acostumbrado a la soledad, pero a una soledad en la que siempre ha tenido compañía: la suya. Ahora es un ser disociado, al que empieza a costarle reconocerse y recomponerse. Nunca ha necesitado a nadie desde que dejó de esperar, y eso fue a muy temprana edad, poco después de empezar a hablar, cuando comprobó que solo el eco respondía a sus palabras y que el silencio era más elocuente que sus interlocutores, por otra parte siempre los mismos, con distintos ropajes y distinta voz, con diferentes, aunque precisas, formas de eructar, de expeler sus efluvios radiactivos espirales y espirituales. La gente que conocía odiaba la soledad. Él la abrazaba, y así se abrazaba a sí mismo.
Manuel Cerdà: El hoyo (2020).
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Un tema que escuece cuando se trata a csra perro… Como dicen por aquí » ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio» Me gusta. Salud y saludos.
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Contigo porque me matas y sin ti porque me muero. Así es, Iñaki.
Gracias por el comentario. Salud y saludos.
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Heridas primigenias sin posibilidad de sanar….
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Esa es la cuestión, Ana: sin posibilidad de sanar. Bue inicio de semana y mejor final.
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La soledad que viene, no por estar solo, si no por la falta de comunicación y entendimiento con los otros, y de los otros hacia mi.
Pierdes toda esperanza, y se hace difícil asumirla.
Es entonces cuando tomas la decisión de vivir sin importarte los demás.
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Creo que esta es una cuestión en la que no se puede generalizar, cada persona es un mundo.
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