Con la entrada de hoy finalizamos esta serie de seis dedicada a la música popular brasileña iniciada el pasado 17 de noviembre para cuya selección he seguido un criterio muy simple: aquellas versiones que más me gustan de las canciones que más me gustan.
“Después de su época dorada, entre 1958 y 1964, el movimiento de la bossa nova perdió impulso, pero todos los músicos que vinieron después [lo veíamos en la anterior entrada] se nutrieron de sus sofisticadas armonías. Músicos jóvenes que antes de la bossa nova habrían buscado novedades en el extranjero empezaron a buscarlas dentro de Brasil, dentro de ellos mismos. En los años siguientes, muchos artistas, cuando se les preguntaba sobre los inicios de su interés por la música, contestaban: ‘Bueno, todo empezó con la bossa nova’” (Músicas do Brasil. Samba, bossa nova y música popular de Brasil, Time Life, 1988).
En la década de 1980, a juicio de algunos críticos, la música popular brasileña empobreció y se volvió mediocre. No sé si tanto, pero lo cierto es que –junto a éxitos como la lambada– tuvo lugar una explotación comercial de la musica sertaneja (canciones tradicionales del mundo rural, una especie de country brasileño), generalmente interpretada por dúos, que proporcionó pingües beneficios a las discográficas y a las cadenas de radio y televisión; nacieron numerosos grupos de pagode (un nuevo estilo de samba surgido en Rio a finales de la década de 1970 y principios de la de 1980) que, salvo alguna que otra excepción –pienso en Zeca Pagodinho–, recurrían a los tópicos más conocidos y extendidos (bailarinas semidesnudas acompañándoles, mulatas normalmente), y hubo una breve explosión del funk que protagonizaron músicos procedentes de las clases más pobres sin, por desgracia, ninguna cultura musical. Así las cosas, los compositores e intérpretes de la música popular brasileña vieron cómo, más que disminuir, que también, su notoriedad se diluía en un mar de mediocridad. Por supuesto, estos prosiguieron su trayectoria y lanzaron grandes álbumes como Alibí (Maria Bethânia, 1978), Chico Buarque (Chico Buarque, 1978), Sentinela (Milton Nascimento, 1980), Cinema Transcendental, Outras palavras y Estrangeiro (Caetano Veloso, 1979, 1981 y 1989), Aquarela do Brasil (Gal Costa, 1980), Edu & Tom (Edu Lobo y Tom Jobim, 1981) o Passarim (Jobim, 1987), entre otros. Ahora bien, muchas de las canciones que en ellos se incluyen son versiones de melodías compuestas anteriormente y ya grabadas.
Llegados a este momento, la autoría de las últimas cinco canciones seleccionadas para este periodo que va de finales década de 1970 a principios de la de 1980 es de solo dos compositores, Antonio Carlos Jobim y Caetano Veloso, dos artistas en el más amplio sentido de la palabra que renovaron y transformaron para siempre, cada uno a su modo, la música popular brasileña. Del primero –recuerden que ahora hablamos de sus respectivas facetas como compositores, no como intérpretes–Falando de amor, una bossa nova de Jobim que forma parte de su álbum de 1980 Terra Brasilis, que escuchamos en un momento del concierto Ao Vivo em Montreal (1985), y Luíza, que compuso para la telenovela Brilhante en 1981 (esta un momento del DVD de 2002 Ela é Carioca).
Las tres canciones de Veloso –insisto en que como compositor, no como cantante– con las que finalmente me he quedado son Sampa (1978), precioso tema que apareció originalmente en el álbum de 1978 Muito (Dentro da Estrela Azulada), Terra, otra gran canción del mismo álbum, y Cajuina, del álbum Cinema Transcendental (1979). La versión que sigue de Sampa corresponde al DVD Caetano e Maria Gadú. Multishow ao vivo (2011). Sampa es un homenaje a la ciudad de São Paulo, ciudad natal de Maria Gadú. La de Terra en una actuación de Veloso que no sé de qué año es, si bien el vídeo fue comercializado por Universal Music en 2012. Lo mismo me sucede con la última, Cajuina, original del álbum Cinema Transcendental (1979), una de mis favoritas, en este vídeo comercializado por Universal Music en 2012. La escribió a raíz del suicidio de su compañero Torquato Neto, destacado poeta y letrista del tropicalismo, y sus versos relatan un encuentro con el padre de Torquato en Teresina, su ciudad natal, tiempo después. La cajuina es una bebida no alcohólica obtenida del cajú, fruto del anacardo.
Que les vaya bien (o lo mejor posible).