Brasil: 30 canciones V (21-25)

mpb_by_thebaasch

La quinta y penúltima entrada de esta serie de seis dedicada a la música popular brasileña se centra sobre todo en la primera mitad de la década de 1970, cuando –en realidad ya desde finales de la anterior– emerge un grupo de compositores y músicos cuya música se llamó MBP (acrónimo de música popular brasileira). Tal denominación agrupa a toda una generación de artistas y se ha convertido en una forma genérica a la hora de referirse a estos: Caetano Veloso, Gilberto Gil, Maria Bethânhia, Chico Buarque, Elis Regina, Edu Lobo, Gal Costa, Milton Nascimento, Martinho da Vila, João Bosco, Ney Matogrosso, Ivan Lins, Djavan, entre un largo etcétera. Se trata, pues, de una “música muy ecléctica, cuyo estilo varía de un artista a otro, y desarrollada a partir de una combinación de bossa nova, música folclórica nacional, canciones de protesta, samba, rock and roll, el movimiento Tropicália y otras influencias” (Músicas do Brasil. Samba, bossa nova y música popular de Brasil, Time Life, 1988). De este panorama musical tan ecléctico, amplio y variado, he seleccionado cinco canciones compuestas entre 1970 y 1974, en función de mi particular criterio, que paso a comentar, no sin aclarar antes que hay muchos artistas tan buenos como los que aquí aparecen a los que no hago referencia alguna. Tal circunstancia se debe –creo que no es la primera vez que lo digo– a que esta serie solo se ocupa de mis 30 canciones de música brasileña.

Chico Buarque, cantante de voz melancólica y nasal que se quiebra a menudo, alcanzó el reconocimiento nacional cuando lanzó sus tres primeros discos a mediados de los sesenta. Considerado un heredero de los grandes compositores de samba-canção de los años treinta (como Noel Rosa), “para muchos parecía el verdadero defensor de la música tradicional brasileña frente al furioso ataque de las canciones de protesta, la revolución estética propuesta por Tropicália (el movimiento musical liderado por Gilberto Gil y Caetano Veloso) y las guitarras eléctricas de Roberto Carlos y Erasmo Carlos, los rockeros de la Jovem Guarda” (Músicas do Brasil). Todos querían a Chico, para quien la música parecía ser una fuerza que rejuvenece e infunde felicidad. Ahora bien, temporalmente, mientras la banda tocaba: “Para mi desilusión, lo que era dulce se acabó, / todo volvió a su sitio cuando la banda hubo pasado / y cada espalda en su esquina, y en cada esquina tristeza / después de pasar la banda, cantando canciones de amor” (A banda, 1966). La cosa cambió en 1968 tras estrenar su obra de teatro Roda Viva (“la historia de una joven estrella del pop a quien el público, literalmente, devora, pues durante la representación los actores ofrecían trozos de hígado al público”). Los extremistas del CCC (Comando de Caça aos Comunistas) invadió el teatro y golpearon a los actores. La obra fue prohibida inmediatamente. Chico ya no era el encantador joven de ojos azules y terminó exiliándose. Era, es, ante todo, una persona humilde, un poeta en el más amplio sentido de la palabra, un enorme compositor, “un fenómeno que ha logrado la unión perfecta de lo culto y lo popular”, en palabras de Vinícius de Moraes, con quien compuso la bellísima Gente humilde sobre una canción de Garoto que Baden Powell le pasó a Vinícius y que un día, en casa de Chico, ambos compusieron. Esta es la versión que figura en su álbum Chico Buarque de Hollanda N°4 (1970).

Tom Jobim continuó su excelente y ascendente trayectoria musical. De 1972 es una de sus mejores canciones, Aguas de março, que incorpora influencias de la samba y el maracatu y tiene una preciosa letra: “Un palo, una piedra, es el fin del camino, / es la chueca de un árbol cortado, un poco de soledad, / es un trozo de cristal, es la vida, es el sol, / es la noche, es la muerte, es un lazo, un anzuelo / (…) / Son las aguas de marzo al final de del verano, / es la promesa de vida en tu corazón”. Grabada por muchos artistas, ninguna versión supera la del propio Jobim y Elis Regina –posiblemente la más importante cantante brasileña de su época, cuya vida se truncó trágicamente a los 36 años en 1982 por culpa de una sobredosis de cocaína– en el álbum de 1974 Elis &Tom, considerado por muchos críticos musicales como uno de los mejores discos de bossa nova de todos los tiempos.

João Bosco es uno de los músicos más eclécticos e imaginativos de la música popular brasileira. Con letras de Aldir Blanc, escribió, hasta mediados de los ochenta, la mayoría de sus composiciones, muchas de las cuales fueron también grabadas por Elis Regina con gran éxito. Una de ellas –yo me quedo con esta– es O bêbado e a equilibrista (1974), canción que se convirtió en un himno contra la dictadura militar. Veamos a Bosco interpretarla en 2006 en concierto que dio en el Auditório Ibirapuera de São Paulo.

Terminamos con dos temas de 1974 bastante distintos entre sí. El primero es de Cartola (1908-1980), cantante, compositor, poeta y guitarrista carioca, para muchos el mejor sambista de la historia de la música brasileña, quien falleció casi tan pobre como nació y solo fue reconocido después de su muerte, cuando la samba hacía poco que había salido de las favelas y llegaba a las calles de Rio. Empezó a captar la atención nacional nada menos que en 1974, con 65 años, cuando lanzó el LP Cartola, al que siguió en 1976 otro titulado Cartola II, que contiene una de las canciones, a mi juicio, más delicadas y sensibles que conozco: O mundo é um moinho. Compuesta en 1974 para Creuza Francisca dos Santos, ahijada de su primera esposa, cuando era una niña la escuchamos en interpretación de Ney Matogrosso, uno de los mejores y más versátiles intérpretes de la música popular brasileira (vídeo extraído do DVD Ney Matogrosso Interpreta Cartola: Ao Vivo, 1985).

El segundo tema lo compuso Martinho da Vila, otro ‘sambista’ que hizo de la manida alegría brasileña una carta de presentación y una marca propia con canciones como Canta, canta, minha gente, Mulheres o Disritmia, tema contagiosamente alegre y euforizante ideal para terminar con la placentera sensación de sentirnos con vida y de pedir aquello de ‘otra, otra’. De todas las versiones de Disritmia me quedo con esta que interpretan Roberta Sá y Martinho durante un concierto de la primera en 2016 que contó con la participación especial del segundo y fue recogido en el DVD Delírio no Circo. El vídeo que incluimos, perteneciente al citado DVD, y añade el tema Me faz um dengo, también suyo.

Que les vaya bien (o lo mejor posible).

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