
Si Dios existe, no puedo menos que estar de acuerdo con Randolph Churchill, quien, después de que Evelyn Waugh lo convenciera de leer la Biblia, exclamó, no sin considerable incredulidad: “Vaya cabrón está hecho Dios, ¿no?”. A lo que yo, como prueba de esa misma opinión, solo añadiría lo siguiente:
“No penséis que he venido a poner paz en la Tierra; no vine a poner paz, sino espada. Porque he venido a separar al hombre de su padre, y a la hija de su madre, y a la nuera de su suegra, y los enemigos del hombre serán los de su casa”.
Mateo 10, 34-37
“Yo soy Yavé, no hay ningún otro; el que formó la luz y creó las tinieblas, el que da la paz y crea las desdichas. Yo soy Yavé, quien hace todo esto”.
Isaías 45, 7
“Yavé es un fuerte guerrero; Yavé es su nombre”.
Éxodo 15, 3
“En cuanto a esos mis enemigos, que no quisieron que yo reinase sobre ellos, traedlos acá y degolladlos”.
Lucas 19, 27
“Si uno se acuesta con otro como se hace con mujer, ambos hacen cosa abominable y serán castigados con la muerte; caiga sobre ellos su sangre”.
Levítico 20, 13
“Calumniadores, abominadores de Dios, ultrajadores, orgullosos, fanfarrones, inventores de maldades, rebeldes de los padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales, conociendo la sentencia de Dios, que quienes tales cosas hacen son dignos de muerte…”.
Romanos 1, 30-32
“Y dice el impío en su fatuidad: “¡No atiende, no hay Dios!”. Estas son sus cavilaciones.
Salmos 10, 4
“… vendrá el solano; el viento de Yavé subirá del desierto, y secará su fuente y agotará sus manantiales; él saqueará el tesoro y todos los objetos preciosos. Viene sobre Samaria el castigo porque se rebeló contra su Dios. Caerán a la espada de sus párvulos, serán estrellados, y sus mujeres en cinta serán hendidas”.
Oseas 13, 15.16
“Recuerda, ¡oh, Yavé!, a los hijos de Edom el día de Jerusalén, los que decían: “¡Arrasad, arrasad hasta los cimientos!”. Hija de Babel, la devastadora, dichoso el que te diere el pago que a nosotros nos diste. ¡Bienaventurado quien cogiere y estrellare contra la roca a tus pequeñuelos!”.
Salmos 137, 7-9
“Y voy a arrojarla en cama, y a los que con ella adulteran, en tribulación grande, por si se arrepienten de sus obras. Y a sus hijos los haré perecer de muerte, y conocerán todas las iglesias que yo soy el que escudriña las entrañas y los corazones y que os daré a cada uno según vuestras obras”.
Apocalipsis 2, 22-23
“Commoviose y tembló la tierra, vacilaron los fundamentos de los montes, se estremecieron ante Yavé, airado. Subía de sus narices humo, y de su boca fuego abrasador, carbones por Él encendidos. Abajó los cielos y descendió, negra nube tenía bajo sus pies. Subió sobre los querubes y voló; voló sobre las alas de los vientos. Hizo de las tinieblas un velo, formando en torno a sí su tienda: calígine acuosa, densas nubes”.
Salmos 18, 7-11
“Así como se gozaba Yavé en vosotros haciéndoos beneficios y multiplicándoos, así se gozará sobre vosotros arruinándoos y destruyéndoos. Así seréis exterminados de la Tierra en que vais a entrar para posesionaros de ella”.
Deuteronomio 28, 63
“Me echaré sobre ellos como osa privada de sus crías, desgarraré como cachorro sus corazones, los devoraré como león; las fieras del campo los harán pedazos”.
Oseas 13, 8
“Terrible cosa es caer en manos del Dios vivo”.
Hebreos 10, 31
“¿Tocarán la trompeta en la ciudad sin que alarme el pueblo? ¿Habrá en la ciudad calamidad cuyo autor no sea Yavé?”.
Amós 3, 6
“Si crían hijos, los despojaré de ellos, privándolos de los hombres, y ¡ay de ellos cuando yo me aleje de ellos!”.
Oseas 9, 12
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Philip Kerr: “Nota del autor”, Plegarias, 2013 (edición en castellano de 2020, traducción de Eduardo Iriarte).
