Una divertida y satírica crítica sobre la sociedad de consumo que se empezaba a desarrollar en Francia en la década de 1950. Una canción de Boris Vian que vincula amor y consumo, así como el papel que juega el mercado en el control de las emociones.
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Je bois

Charles Bukowski en un fotograma de la película ‘Barfly’.
¿Cuándo llegará el momento en que ya no sea necesario recordar que los antialcohólicos son enfermos presos de ese veneno, el agua, tan disolvente y corrosivo que ha sido elegido entre todas las sustancias para las abluciones y lavados, y una de cuyas gotas, volcada en un líquido puro –el ajenjo, por ejemplo– lo enturbia?
Alfred Jarry: “El señor Faguet y el alcoholismo” (La Revue blanche, 1 de marzo de 1901).
‘Je bois’ (Bebo) es una canción con letra de Boris Vian y música de Alain Goraguer compuesta en 1955, que Vian empezó interpretando en los cabarets parisinos y grabó en 1956 (versión que reproduce el vídeo). Las imágenes son de la película ‘Barfly’ (1987, ‘El borracho’), dirigida por Barbet Schroeder con guión de Charles Bukowski y Mickey Rourke y Faye Dunaway como protagonistas.
La vache rose
Vi el otro día Les mamelles de Tirésias (Los pechos de Tiresias), una opéra bouffe en dos actos, sarcástica a más no poder, cuya absurdidad no es otra que la misma que rodea nuestra existencia y el ingenio, la creatividad, una salida. Con música de Francis Poulenc está basada en la obra homónima de Guillaume Apollinaire que escribió en 1903, pero no llegó a representarse hasta 1917. La ópera de Pulenc se estrenó en el Opéra-Comique en París el 3 de junio de 1947.
La versión que vi es la que representó la Opéra National de Lyon en 2010. Otro día publicaré una entrada sobre ella, pues hoy no es de la ópera de Pulenc de la que quiero hablar, sino de lo que me sugirió. O más concretamente, lo que me sugirió un momento de la misma. Como la obra es breve, se agregó –con muy buen criterio a mi parecer– un Foxtrot de Shostakovich y Le Bœuf sur le toit (1919) de Darius Milhaud como prólogo.
No conocía Le Bœuf sur le toit y fue todo un descubrimiento, fantástico. Se estrenó como ballet con escenario de Jean Cocteau, escenografía de Raoul Dufy y vestuario de Guy-Pierre Fauconnet en 1920. No hay una historia real de la que hablar, sino una secuencia de escenas inspiradas en Brasil, un país en el que el compositor pasó dos años durante la Primera Guerra Mundial. Los primeros actores fueron payasos del circo Medrano, los Fratellini. La coreografía fue deliberadamente muy lenta, en marcado contraste con el espíritu alegre de la música.
Fascinado, escuché de nuevo Le Bœuf sur le toit al día siguiente varias veces. Y de pronto en mi mente apareció una vaca rosa. Y ya está. Le Bœuf sur le toit…, le Bœuf sur le toit… ¿y la vaca rosa? No hay más. Y me monté esta especie de fantasía fantasmagórica. ¿Cuál es la línea que separa realidad y onirismo? ¡Que más dará! Yo me dejé llevar por la vaca y salió este vídeo.
Últimamente –lo he dicho en otras entradas– he descubierto una nueva afición: la de confeccionar vídeos. Me lo paso bien, me siento como un niño con juguete nuevo. Cosas de la hiperactividad, digo, no sé. Unos reciben más visitas, otros menos. Este –no tengo la menor duda– va a ser de los que menos. Puede que no reciba ninguna, ninguna que llegue a verlo entero. El vídeo dura 15:39 minutos y es una sucesión de imágenes y animaciones entre las que se intercalan diversas citas de Apollinaire, Jarry, Vian o Queneau. Todas ellas en francés, como el resto del vídeo, pues la vaca rosa cuando se presentó ya me dijo que solo hablaba dicho idioma. Por eso se titula La vache rose. Algunas de estas imágenes, unas cuantas, pueden ofender la sensibilidad de quien las contemple, por lo que no está recomendado para espíritus sensibles y he restringido el acceso al vídeo a mayores de 18 años.
Aclarado como fue su parto, le dejo con La vache rose. Una sola recomendación si deciden verlo: no le busquen tres pies al gato –ni a la vaca, por supuesto–, sabido es que tiene cinco.