La ópera de cuatro cuartos (Die Dreigroschenoper)

Solo un año después del estreno de esta famosa obra, a caballo entre el musical y el teatro, el mundo capitalista se iba a ver inmerso en una tremenda crisis económica tras el hundimiento de la bolsa en Wall Street, de gravedad solo comparable a la actual. Con libreto de Bertolt Brecht y música de Kurt Weill, La ópera de cuatro cuartos (Die Dreigroschenoper) se estrenó en 1928 en el Theater am Schiffbauerdamm de Berlín.

El título original, Die Dreigroschenoper, se ha traducido al castellano de diversas maneras: “La ópera de tres centavos”, “La ópera de tres peniques”, “La ópera de los tres reales”, “La ópera de cuatro cuartos”… De todas ellas, me quedo con esta última. Considero que es la expresión castellana que mejor se ajusta a su sentido inicial: pedir un Groschen (moneda de poco valor), una insignificante cantidad de dinero (cuatro cuartos).

La ópera de cuatro cuartos es una revisión actualizada que hizo Brecht de la parodia musical del siglo XVIII The beggar’s Opera (La ópera de los mendigos), del inglés John Gay. Es esta una irreverente obra que tenía en su punto de mira al gobierno de su época: el jefe de los ladrones (Macheath) era una burda caricatura del entonces primer ministro británico, Robert Walpole, y la banda de ladrones su gabinete.

El argumento de La ópera de cuatro cuartos transcurre en Londres, en plena época victoriana. Peachum, el rey de los mendigos, y Mackie Messer (Mackie el Navaja), un gánster con pocos escrúpulos, son sus principales protagonistas. Ambos dirigen su actividad criminal con la profesionalidad que se le supone a cualquier hombre de negocios; lo suyo, al fin y al cabo, es una empresa, una empresa que, además, genera importantes beneficios. Peachum es el jefe de la sociedad Amigo del mendigo y sigue cuidadosamente los principios de la mercadotecnia para que el negocio funcione lo mejor posible. Así, vigila que su apariencia sea lo suficiente mísera para despertar la conmiseración de la gente. Y le va de maravilla, es prácticamente imposible mendigar sin una licencia suya, a cambio de la cual, obviamente, sus beneficiarios entregan a este la mayor parte de sus ingresos. Al tiempo que Peachum controla la mendicidad, el gánster Makie el Navaja es el dueño del hurto callejero y el robo. Es un acuerdo al que ambos llegaron en su día que se romperá cuando Polly, la hija de Peachum, se casa con Mackie. Peachum no está de acuerdo con la boda; como buen hombre de negocios que es, sabe que el matrimonio de su hija no deja de ser una transacción. Decide entonces sacar partido del hecho, no lo consigue y denuncia a su yerno, que acaba en la cárcel. En el último momento, no obstante, la reina indulta a Mackie, le da un título nobiliario, le regala un palacio y le da una renta vitalicia. Ha triunfado la injusticia.

La ópera de cuatro cuartos es una ácida y corrosiva critica del mundo capitalista, pues el capitalismo no es otra cosa que un delito organizado. “¿Qué es el asalto de un banco comparado con la fundación de un banco?”, se pregunta Mackie Navaja.

En un ambiente de cabaret, jazz y decadencia, la obra de Brecht y Weill retrata un mundo al borde del precipicio, aunque nadie creía que el precipicio existiera en realidad. Como hoy. No ha perdido, pues, un ápice de actualidad, si bien no se representa a menudo.

La poderosa música de Weill combinada con el cinismo y la crítica social del libreto de Brecht produjeron una de las creaciones culturales más importantes de la Europa de entreguerras.

Su estreno –el 31 de agosto de 1928– fue un éxito, el mayor que conocieron los teatros berlineses hasta que los nazis se hicieron con el poder en 1933. Weill y Brecht se vieron entonces obligados a huir de Alemania, pero la obra ya se había traducido a dieciocho idiomas y representado más de diez mil veces en los escenarios europeos.

No existe vídeo alguno de la representación teatral, pero sí de la versión cinematográfica –una coproducción franco-alemana– que se estrenó en 1931 (Die 3 Groschen-OperLa comedia de la vida se tituló la versión doblaba al español). Dirigida por G. W. Pabst, el reparto lo encabezaron Rudolf Forster (Mackie el Navaja), Fritz Rasp (Peachum), Carola Neher (Polly), Valeska Gert (mujer de Peachum) y Lotte Lenya (Jenny), esposa de Kurt Weill. Cuando los nazis llegaron al poder en 1933 la película fue prohibida y se destruyeron las copias. No todas, afortunadamente, encontrándose una en la década de 1960 que fue restaurada. A ella pertenecen las secuencias que siguen. Son de bastante mala calidad, pero son las únicas que he podido conseguir y presentan un innegable valor histórico: el conocido tema “Die moritat von Mackie Messer” (La balada de Mackie el Navaja), con el que un cantante callejero (Ernst Busch) nos introduce en la personalidad de Mackie y sus fechorías; “Die Seeräuberjenny” (La pirata Jenny), que interpreta Lotte Lenya (Jenny, una prostituta que ha tenido una relación con Mackie), “Der Kanonensong” (La canción de los cañones, con Rudolf Forster (Mackie) y Reinhold Schünzel (jefe de la Policía),  y “Das Lied von der Unzulänglichkeit menschlichen Strebens” (La canción de la insuficiencia de la actividad humana), con Ernst Busch.

Vamos ahora con una producción más reciente, de 2007. Se trata de la versión del Ensemble Modern de Frankfurt, con dirección musical de Nacho de Paz y dirección de escena de André Wilms, en su retransmisión por el canal de televisión franco-alemán ARTE. Wolfram Koch encarnó a Mackie el Navaja, Joachim Nimtz a Peachum, Yvon Jansen a Jenny, Sascha Icks a Polly y Karin Neuhauser a Frau Peachum. Incluimos tres momentos de la misma (según el orden del libreto): “Der Kanonensong” (La canción de los cañones), “Zuhälterballade” (Balada del chulo) y “Ballade von der sexuellen Hörigkeit” (Balada de la esclavitud sexual), y “Dreigroschenfinale” (Tercer final de la ópera), número con el que termina la obra.

Terminaba el vídeo anterior con un bis en el que escuchábamos la que, sin duda, es la canción más popular de La ópera de cuatro cuartos: “Die moritat von Mackie Messer” (La balada de Mackie el Navaja). Tras la presentación de La ópera de cuatro cuartos en Broadway, la canción pasó a ser conocida como Mack the Knife, aumentó enormemente su popularidad y comenzó a ser grabada por infinidad de músicos, principalmente de jazz. De todas ellas, a mi juicio, la mejor interpretación de Mack the Knife es la que realizó Ella Fitzgerald durante el concierto que dio en Berlín el 13 de febrero de 1960, que se grabó en directo y fue lanzado ese mismo año en formato de elepé con el título Ella in Berlin: Mack the Knife. Como quiera que solo he encontrado vídeos con el audio, incluyo también otro vídeo de Ella en una actuación en televisión en Estocolmo en 1963.

Alles Schwindel. Kabarett in Weimar Berlin

Tras el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), Berlín se convirtió en el centro de la modernidad, el escaparate social y cultural del mundo occidental que todos miraban. Con más de cuatro millones de habitantes, la ciudad exhibía su pujanza y en ella se daba cita la vanguardia artística de uno de los periodos más fructíferos de la historia cultural alemana, el comprendido entre 1919 y 1933, fecha esta última en que los nazis llegaron al poder y empezaron a perseguir a compositores, directores, actores…, de lo que llamaban “arte degenerado”. Muchos de ellos no tuvieron otro remedio que exiliarse. La mayoría de los que no lo hicieron terminaron sus vidas en los campos de exterminio. Algunos, además de dedicarse a componer o interpretar una música “depravada y viciosa”, eran judíos, otros homosexuales y, otros más, declarados izquierdistas.

En aquel Berlín de los felices años veinte había de todo y para todos. O eso parecía. En 1920 había conseguido superar a París en número de teatros: cincuenta y nueve frente a cuarenta y siete, pero por encima de todos los espectáculos, del cine, de los circos o de los teatros, los bailes y cabarets levantaban el entusiasmo como ningún otro. Todo el mundo en busca de diversión, trasgresora o no, encontraba en Berlín la horma de su zapato. Todo el mundo, o casi todo, no obstante, sabía que al fin y al cabo todo era mentira, como dice Alles Schwindel (Todo mentira, Todo un engaño), canción compuesta en 1931 por Mischa Spoliansky con letra de Marcellus Schiffer. Si alguien, no obstante, tenía alguna duda, la crisis de 1929 y la posterior llegada de los nazis al poder se encargaría de despejársela.

Todo es mentira, una estafa. La política, la familia, todo es un timo, puro engaño, dice la letra de la canción que suena en el vídeo, que recoge en imágenes el ambiente del Berlín de la época de Weimar y presta especial atención a la música para cabaret, a sus compositores, sus intérpretes y los locales donde actuaban. Antes de documentarme cuando estaba escribiendo mi novela Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird) desconocía prácticamente todo acerca de la música de cabaret alemana de la década de1920 y principios de la de 1930. La descubrí entonces, me entusiasmó y lo sigue haciendo. La versión de Alles Schwindel que suena en el vídeo corre a cargo de Ute Lemper y pertenece a su álbum Berlin Cabaret Songs (1997).

Berlín. Música de cabaret (1920-1930) con Max Raabe & Palast Orchester

Les propongo para este domingo un viaje musical en el tiempo. Nos trasladaremos al Berlín de finales de la década de 1920 y primeros años de la de 1930 de la mano de Max Raabe y la Palast Orchester para conocer algunas de las canciones más exitosas de la época que sonaban en los cabarets. Puede que, si no conocen la música de cabaret de los tiempos de la República de Weimar, sean un tanto reticentes –más siendo esta una larga entrada–, pero igual descubren una música divertida y contagiosa, a la vez que crítica y satírica, y les gusta. A mí es lo que me pasó. Nada sabía sobre ella hasta que comencé a documentarme para escribir mi novela Adiós, mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird). Ahora, más que gustarme, me entusiasma.

Durante la década de los veinte del pasado siglo Berlín se convirtió en el escaparate de la modernidad y el centro social y cultural del mundo occidental. La ciudad superaba los cuatro millones de habitantes y exhibía su pujanza. Los años comprendidos entre 1919 y 1933 fueron uno de los periodos más fructíferos de la historia cultural alemana. Por el día, Berlín era una ciudad de apariencia tan dinámica o más que las otras metrópolis del mundo occidental, como París, Londres o Nueva York: numeroso tráfico de personas y vehículos ─coches (más de cincuenta mil matriculados), autobuses, tranvías…─, mucha gente de un lado para otro, lujosos escaparates, tiendas y grandes almacenes en los que se podía encontrar de todo sin más impedimento que tener suficiente poder adquisitivo, cafés y restaurantes llenos a todas horas. Por la noche, los mismos escaparates iluminados, mucho rótulo fluorescente, mucha gente en busca de distracción, mucha gente en todas partes, mucho de todo. Y es que en el Berlín nocturno, aún más que el diurno, había de todo, y para todos. O eso parecía.

Los cabarets de Berlín eran el no va más de la tolerancia. Muchos aspectos de la tradicional condescendencia europea con las costumbres sexuales y los comportamientos contrarios a los preceptos generalmente aceptados, se desarrollaron como nunca antes en Berlín durante las décadas de 1920 y parte de la de 1930. Y junto a los cabarets abundaban los locales que ofrecían en directo las mejores actuaciones de las mejores orquestas en un ambiente tan exótico como hedonista, tan tolerante como exaltado. Centenares, miles de parejas, danzaban frenéticamente al son de los bailes de moda: el foxtrot, el charlestón, el shimmy, el black botton, en salones de baile como el Haus Vaterland, el Winter Garten, el Moka-Efti, el Atlantis, el Scala, el Aldon Ballroom, el Tü-Tü, el Rio Rita Bar, el Komödie… Infinidad de locales albergaban todo tipo de espectáculos y competían por tener en cartel las mejores orquestas, como la Weintraub Syncopators de Hollaender, la Odeon Dance Orchestra o las de Robert Renard, Eric Harden u Otto Dobrindt.

Este ambiente es el que recoge la música de Max Raabe, tan fiel al estilo del momento hasta el punto que el cantante (Max Raabe) parece ser alguien que vivió la época y no ha envejecido, o bien alguien teletransportado desde aquellos años a la actualidad.

Max Raabe (Westfalia 1962) es un cantante alemán (barítono con un amplio registro vocal que puede alcanzar las tonalidades más elevadas reservadas generalmente a los tenores, o las más graves) enamorado de la música de la década de 1920 y principios de la de 1930 que tuvo la genial idea de crear la Palast Orchester y grabar los grandes éxitos de aquella época con especial atención a las canciones que se escuchaban en los salones de baile y en los cabarets berlineses,  cuyos éxitos interpreta entre la alegría y la melancolía.

La Palast Orchester la fundó Raabe en 1985 con sus compañeros en la Universidad de Artes de Berlín, y dio su primer concierto público en Berlín en 1987, en el Theaterball, en el vestíbulo y como un acto secundario, pero con un éxito tal que el público abandonó el salón para escuchar su actuación en el vestíbulo. Los miembros de la orquesta son todos hombres, con la única excepción de la violinista, que siempre ha sido una mujer. Sus actuaciones son un homenaje a los compositores de la época de Weimar como Friedrich Hollaender, Mischa Spoliansky, Walter Jurmann, Fritz Rotter, Will Meisel, Charles Amberg, Günter Schwenn, Adolf Steimel o Ralph Maria Siegel. También interpreta standards estadounidenses, muy de moda en la Alemania anterior a la llegada el nazismo al poder. Luego, el jazz se “alemanizó”.

En el recorrido que vamos a hacer por la música de Max Raabe y la Palast Orchester seguiremos el orden cronológico en que fueron compuestas las canciones tan en boga por entonces y tan actuales todavía.

Comenzamos con Amalie geht mit nem Gummikavalier (Amelia va con un caballero de goma), popular canción compuesta en 1927 por Siegwart Ehrlich, compositor judío de gran éxito en las décadas de 1910 y 1920. Nacido en 1881 en Leipzig , huyó de Alemania en 1933, tras la llegada al poder de los nazis, y se instaló en España, donde murió en Barcelona 1941.

You’re the cream in my coffee es una canción de 1928 compuesta por Ray Henderson para el musical de Broadway Hold Everything! que grabó Annette Hanshaw ese mismo año.

De 1930 data Ein Freund, ein guter Freund (Un amigo, un buen amigo), tema perteneciente a la película musical Die Drei von der Tankstelle (Tras la gasolinera), dirigida por Wilhelm Thiele, con música de Werner Richard Heymann, que obtuvo un gran éxito y en la que aparecían populares actores del momento como Willy Fritsch y Heinz Rühmann.

Proseguimos con otra canción de 1930: Hallo, was machst du heut Daisy (You’re Driving Me Crazy), compuesta por el estadounidense Walter Donaldson para la comedia musical Smiles. En Alemania la popularizaron los Comedian Harmonists, grupo musical activo entre 1928 y 1934, uno de los de mayor éxito en la Europa anterior a la Segunda Guerra Mundial que combinaba las voces a la perfección.

También de 1930 es Ich Lass Mir Meinen Körper Schwarz, foxtrot de Friedrich Holländer para la película musical Einbrecher, con Lilian Harvey, Heinz Rühmann y Kurt Gerron.

Bei Mir Bist Du Schoen es un tema en yiddish compuesto en 1932 por Jacob Jacobs (letra) y Sholom Secunda (música) para la comedia musical Men Ken Lebn Nor Men Lost Nisht, que luego ha sido interpretado y grabado por artistas como The Andrews Sisters, Benny Goodman, Ella Fitzgerald, June Christy, Louis Prima, Regina Carter o Teresa Brewer. Es de 1932, aunque se diga otra cosa.

Vamos con Am Amazonas, uno de los números de la magnífica opereta de Eduard Künneke Glückliche Reise, estrenada en Berlín en 1932, que inmediatamente se hizo tremendamente popular.

Conocidísima es Wer hat Angst vor dem bosen Wolf (¿Quién teme al lobo feroz?), popular canción compuesta por Frank Churchill, con letras adicionales de Ann Ronell, que originalmente apareció en 1933 en la película de dibujos animados de Walt Disney Los tres cerditos. Fue uno de los temas que figuraba en el repertorio de muchas orquestas que actuaban en los salones de baile berlineses.

De 1933 es también Ich tanze mit Dir in den Himmel hinein (Bailando en el cielo contigo), de Friedrich Schröder y Hans Fritz Beckmann, que si ya era popular lo fue aún más tras incluirse en la banda sonora de la película de la UFA Sieben Ohrfeigen (1937), donde la interpretaban Lilian Harvey y Willy Fritsch.

Seguimos con el año 1933 y la canción Ich hab ‘ne Leidenschaft (Tengo una pasión), un tema de la comedia musical del mismo título original de Henry Koster (1933).

Para finalizar, una composición de 1934, ya con el nacionalsocialismo en el poder, Mein kleiner grüner Kaktus (Mi pequeño cactus verde), otro de los grandes éxitos de Comedian Harmonists, grupo que se dividió al consolidarse el nacionalsocialismo en el poder y ya nunca gozó de la fama anterior.

Que la vida les sea amable.