Leroy Anderson.
Leroy Anderson (1908-1975) fue un compositor ciertamente singular, capaz de convertir la máquina de escribir o el papel de lija en solistas de concierto y autor de muchas “miniaturas orquestales” alegres, divertidas y absolutamente sorprendentes.
Hijo de inmigrantes suecos, nació en Cambridge (Massachusetts, Estados Unidos). En 1919 empezó a estudiar música en el Conservatorio de Nueva Inglaterra, prosiguiendo sus estudios en la Universidad de Harvard hasta comienzos de 1930, cuando decidió en el último momento –estaba a punto de abandonar la música para siempre– dedicarse a esta ante todo. Esta decisión resultó esencial en su vida y hay que agradecerle que así lo hiciera.
Dirigió la banda de música de Harvard y escribió numerosas composiciones para dicha formación, las cuales llamaron la atención de Arthur Fiedler, director de la Boston Pops Orchestra. Con ella estrenó su primera composición en 1938, Jazz Pizzicato, que tuvo un éxito inmediato. Vamos escuchar el tema por la Lviv Virtuosos Academic Chamber Orchestra (Ucrania) durante un concierto de 2012.
Durante estos años trabajó con su hermano en varias orquestas de baile y al estallar la Segunda Guerra Mundial llegó a ser capitán del ejército estadounidense. Al terminar esta, desestimó la oferta de seguir en las fuerzas armadas –que querían que continuara como agregado militar por su dominio de diversos idiomas– y regresó a la música.
Fue en los años que siguieron al final de la contienda cuando Anderson compuso varias de sus admiradas obras (las “miniaturas orquestales”), como Serenata (1947), The Typewriter (1950), The Waltzing Cat (1950), Plink, Plank, Plunk! (1951), Belle of the Ball (1951), Blue Tango (1951), Bugler’s Holiday (1954), Sandpaper Ballet (1954) y Forgotten Dreams (1954).
En The Typewriter (La máquina de escribir) el sonido de las teclas –en realidad solo dos–, la campana y el mecanismo de retorno del carro hacen de ella un instrumento musical. Muchos creyeron que quienes manejaban la máquina de escribir eran mecanógrafos, pero Anderson aclaró que solo los percusionistas profesionales tienen la suficiente flexibilidad en su muñeca para poder ejecutar la pieza. Excelente es la versión que vemos en el vídeo que sigue a cargo de Voces para la Paz (Músicos Solidarios) –asociación independiente fundada en 1998 por Juan Carlos Arnanz para recaudar fondos que contribuyan a la erradicación de la pobreza y a la mejora de las condiciones de vida de las personas y comunidades más vulnerables y desfavorecidas– en este concierto dirigido por Miguel Roa con el percusionista Alfredo Anaya en 2011.
¿La reconocen? Seguro que sí, aunque puede que haya quien se pregunte de qué. Igual de esta genial secuencia de la película protagonizada por Jerry Lewis Lío en los grandes almacenes (1963). Lamentablemente, no he encontrado ningún otro vídeo con mayor calidad de imagen.
Si tienen o están con niños pruebe a mostrarles estos vídeos. Pónganles, por ejemplo, este The Waltzing Cat, un hermoso vals que protagonizan Tom y Jerry en un momento de la película de animación Fantasia 2000.
Parece ser que una tarde de primavera, una de esas en que uno empieza a disfrutar de sus cálidos rayos de sol, Anderson se disponía a dirigir un concierto al aire libre cuando, de repente, empezó a llover. El ruido que hacían las gotas al caer le inspiró para componer este Plink, Plank, Plunk!, un pizzicato que imita las gotas de la lluvia y escuchamos por la Portland Youth Philharmonic, dirigida por David Hattner, en diciembre de 2103.
Compuesta en 1951 y publicada en 1952, Blue Tango es la primera obra instrumental que vendió un millón de copias. Escuchamos la grabación para Decca del propio Anderson de 1952.
En Sandpaper Ballet (Papel de lija) Anderson utiliza secciones de madera con papel de lija, como antes hiciera con la máquina describir, como solistas. La divertida versión que incluimos forma parte del Concierto Voces para la Paz (Músicos Solidarios) en su edición de 2013. Los solistas son los percusionistas Alfredo Anaya y Alberto Román y Andrés Salado quien dirige la orquesta.
La música de Anderson alcanzó con estas y otras “miniaturas orquestales” una enorme popularidad en casi todo el mundo y se le consideró el compositor más importante de música ligera de concierto. Mas Anderson también compuso obras más largas, como Concierto en C para piano y orquesta (19 minutos), su obra más ambiciosa, que él mismo estrenó en 1952. La crítica no fue muy amable con ella y Anderson la retiró para hacer algunos cambios, no estrenándose de nuevo hasta 1988, ya fallecido este y sin que llegara a hacer los cambios. Escuchamos el segundo movimiento de Concierto en C. Lamento no poder decir quien interpreta, ni cuando, ni donde, los ocho últimos minutos de la obra en el vídeo que sigue.
También probó con el teatro musical, llegando a estrenar en Broadaway Goldilocks (1958), una parodia de la época del cine mudo con libreto y letras de Jean Kerr y Walter Kerr. El musical no fue precisamente un éxito –solo 161 representaciones– y su argumento fue muy criticado. Su música, sin embargo, recibió numerosos elogios.
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Es mucha la genialidad y dominio del arte que hay que tener para jugar y experimentar libremente, y así de esta manera lograr estas piezas bellas y llenas de frescura.
No conocía a este autor ni a sus obras.
Gracias por tu gran generosidad al aportarnos estos trocitos de vida y cultura.
Un abrazo cariñoso, Manuel.
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Pues si no lo conocías, celebro habértelo presentado.
Un fuerte abrazo, apreciada Violeta.
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