Presidentes de los países del G20 y representantes de organismos internacionales durante la Cumbre del G20 (Buenos Aires, 2019). / AFP.
“… ella [Ana Puigvert], enseguida me corrigió, silabeando:
—Te digo que era mo-nór-qui-do.
—¿Y eso qué significa? –pregunté desconcertado.
―Que solo tenía un testículo.
—¡Uno solo! ¿Estás segura de lo que dices?
—Completamente, me lo dijo mi abuelo varias veces”.
La doctora Ana Puigvert, nieta del célebre urólogo Puigvert, habla de Franco. Se lo explica a José María Zavala, periodista e historiador, y él mismo lo cuenta. Sucedió en la primera conversación que tuvo Zavala con Ana Puigvert para su libro Franco, el republicano. La vida secreta de Ramón Franco, sobre el hermano del dictador. Lo perdió en la guerra de África como consecuencia de las heridas que recibió en la parte inferior del abdomen en El Biutz, cerca de Ceuta. Tanto tocar los cojones a los demás… Igual era por eso.
No solo a Franco le faltaba un huevo. También a Hitler. Hace unos pocos años se dio a conocer que el dictador alemán perdió un testículo en la batalla del Somme, durante la Primera Guerra Mundial. Y, al parecer, en el mismo caso estaría Napoleón. Demasiada casualidad. Y las casualidades, como dijo Friedrich Schiller, no existen: “Lo que nos parecen meros accidentes emergen siempre de la fuente más profunda del destino”. En consecuencia, cuanto más poder concentre un gobernante mayores son las posibilidades de que sea monórquido. No diré, así y todo, que todos los que tienen un único testículo sean unos dictadores o feroces sanguinarios, pero convendrán conmigo que, visto lo visto, aquellos que no tienen dos cojones no son de fiar.
¿Solución? Que nadie ocupe puesto de responsabilidad, sea pública o privada, sin antes demostrar que tiene dos cojones. Para algunos igual servía para demostrar lo que tanta insistencia proclaman cuando se sienten atacados: todo es un montaje mediático, ellos son más inocentes que la gallina Caponata bajo el efecto de algún alucinógeno. Mas no lo hacen. Pero me dirán, ¿y las mujeres?, las mujeres no tienen testículos. No es verdad. Hay quienes sí los tienen, como aquellas féminas que están al frente de organizaciones financieras internacionales, bancos, ejecutivos estatales o autonómicos. La diferencia es que, en vez de tenerlos entre las piernas, como los varones, los tienen incrustados en el cerebro. Así, para poder ver los suyos me temo que se tendría que abrir la caja craneal, o bien hacer una resonancia magnética cerebral. Esta última opción me parece más lógica.
En fin. Las cosas, como ven, podrían ser muy fáciles. Que se dejen de monsergas y que nos muestren los cojones. ¡Ya! Así sabremos dónde está cada uno.
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Nota bene: Yo tengo dos (huevos).
…y una vez la zona inguinal al aire y reconocidos los prohombres monórquidos, ¿se les aligera del que les queda para equilibrarles el cerebro?
(Tiene poco que ver -salbo en los bajos- pero, leyéndote, me he acordado de una banda navarra, ya desaparecida, que atendía por Kojón Prieto y los Huajolotes y cuyo líder tenía el sobrenombre de Eskroto).
Salud.
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El que les queda no hay otro remedio que extirparlo.
No conocía a “Kojón Prieto y los Huajolotes”. De entrada, el nombre ya despertó mi interés. Los he escuchado y ¡menudo descubrimiento! Sus canciones van a servirme para hacer algún vídeo, procaz a ser posible.
Gracias mil. ¡Salud!
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Salbo… ¡ay, salvo!
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«Yo tengo dos (huevos)» Me alegro por ti Manuel, porque, alguno de los que aparece en la fotografía de tu post, me parece que le faltan, no uno, si no los dos, digo…huevos, y también, alguna que otra cosa más… Un abrazo.
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Sobre todo, Rovica, alguna cosa más. Y eso me parece que ya no tiene remedio.
Un abrazo.
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