
‘The Greatest-Ever-Dada-Show’, espectáculo del Cabaret Voltaire de 1919 con marionetas de Sophie Taeuber-Arp.
La AIL (Asociación Internacional de Lesbianos), de la que sigo siendo fundador y único miembro por ahora, observa y vive estos días con gran preocupación los errores conceptuales de bulto que continuamente cometen instituciones, organizaciones y entidades políticas y de carácter social, cultural y económico, medios de evasión (según ellos, de comunicación) en sus comunicados, mensajes, noticias, reportajes y espectáculos afines. La vacía retórica que los envuelve pone de relieve, una vez más, una visión del mundo artificial que abraza la religión del progreso y a sus fervientes y fanáticos sacerdotes.
No es tanto que esta Weltanschauung impostada y falsa ni siquiera nos considera a los lesbianos lo que nos alarma como la falsificación de la existencia real y efectiva que se deriva de tal visión. Ya en 1906 Enrico Baj declaraba: “Si lo imaginario llega a ser suprimido a favor del imaginario de los mass-media, o si el imaginario individual es sustituido por el imaginario colectivo (acontecimiento deseado y buscado tantas veces por los partidos de masas), preveo un flaco futuro para el individuo.” (cf. ¿Qué es la ‘patafísica?, ed. 2007).
Estos días ha tenido lugar en España un cambio de Gobierno. Ahora, Padre Ubú y Madre Ubú se han subido el carro del Estado para dirigirlo paritariamente, aunque sin parir nada nuevo. ¿Habré leído pocas veces hoy el titular que el órgano colegiado del nuevo Gobierno es un ‘Consejo de ministras y ministros’? Ministras en primer lugar, pues es este ‘un Gobierno feminista’, repiten también continuamente los hagiógrafos del poder. Hay quien va más allá: ‘El Gobierno con más ministras de Europa. España hace historia con un Ejecutivo en el que 11 de los 18 cargos los ocupan las mujeres, por encima de países como Finlandia, Suecia y Noruega’ (El País), ‘Un buen Gabinete’ (editorial de El País), ‘el primero con más mujeres que hombres: 11 ministras y 6 ministros’ (20 minutos, ayer)… Hay más. Más tópicos. Y entre todas las alabanzas al nuevo Gobierna (igual debería escribirse así a partir de ahora) aparece alguien que transmite un mensaje clarificador: “En un momento clave para la Unión Europea, tener a Nadia Calviño como nuestra nueva ministra de Economía es una garantía de que España seguirá aumentando su peso en las instituciones europeas. Enhorabuena Nadia” (tweet de Ana Botín del 5 de junio tras hacerse público el nombramiento).
A ver. Si un diario neoliberal como El País habla favorablemente del nuevo Gobierna, si Madre Botín se deshace en halagos hacia la nueva ministra de Economía, ¿qué más se necesita para que nos demos cuenta de que lo único paritario que hay es el acatamiento, la subordinación y la servitud al Poder? Poder con P de Padre Ubú, o de podredumbre.
Entendemos que no se trata de eso, que subirse al carro que tira del Estado para, desde arriba del mismo, rogar a sus amos/as y señores/as unas míseras gracias en beneficio de todas/os, lo que repercutirá en mejoras vitales para quienes tiran de él, solo sirve para reforzar los valores que sustentan el estado de cosas que se critica en nombre del feminismo, tales como la agresividad, la competitividad, la subordinación y sumisión, la eficacia, la utilidad, el rendimiento…, valores masculinos en definitiva. No consientas que haya personas que tengan que arrastrar carro alguno, y menos en un mundo tecnológicamente cada vez más avanzado. Es así de simple. Yo no quiero tener que tirar del carro, a mí me da igual que quién me explote sea un hombre o una mujer, lo que me importa es que no me exploten.
Que clarito lo tienes Manuel, estoy pensando en apuntarme a tu partido.
O sea, si lo he entendido bien, lo que nos vienen a decir (los voceros del sistema) es que si una mujer hace lo mismo que hacía Rajoy, para el ex- presidente era censurable pero para una presidenta o ministra no es ni censurable ni cuestionable, solo por el hecho de que es mujer.
No entiendo donde está la diferencia.
Saludos.
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Pues habrá que ir pensando en darle forma a la AIL y emitir carnés a todos cuantos se consideren lesbianos.
Lo que vengo a decir, simplificando, es que si a mí me arrojan un orinal lleno de heces me da igual que las haya cagado una mujer que un hombre. Claro que no hay diferencia.
Saludos, Leo, y buen fin de semana.
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