
Policías macedonios cargan contra los refugiados en el campo de Idomeni, en la frontera entre Grecia y Macedonia / AFP.
Si alguna vez que creímos que progresivamente aumentaría el número de personas que disfrutarían los beneficios de un mundo que decía caminar hacia la libertad y la tolerancia, un mundo en el que ir de un país a otro era tan simple como tomar un billete y en el que no había preocupación alguna de persecuciones policiales ni se exigía pasaporte, es más que obvio que nos equivocamos. Si es que alguna vez lo creímos.