Vacaciones

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A muchos se les acabaron las vacaciones con el mes de julio, otros las empezarán ahora en agosto y habrá a quienes –la quinta parte de los españoles vive bajo el umbral de la pobreza, por ejemplo– preguntarles acerca de las vacaciones resulta poco menos que obsceno.

Yo me voy de “vacaciones”, unas vacaciones un tanto particulares (por eso las entrecomillo), pues las pasaré en compañía de Prudencio y de tres muchachos de 17-18 años que se llaman Robin, Johnny y Tomate, tres jóvenes amigos de un barrio cualquiera de las afueras de una ciudad cualquiera.

¿Quién es Prudencio? Un genio. Sí, un genio de esos que aparecen como un ser fabuloso con figura humana en cuentos y leyendas, de los que conceden deseos. ¿No se lo creen? Yo tampoco, pero ya me ven, dentro de la botella de donde él salió, atrapado. Aun así, tengo mis dudas de que realmente sea un genio y no otra cosa

Tampoco se lo creían los tres amigos cuando se les apareció mientras se fumaban un cigarrillo de marihuana en el espigón del puerto. Al principio. Luego, al hacer gala de sus poderes, se disiparon todas sus sospechas. Emprendieron entonces una aventura con él de doce horas en la que necesariamente he de ser partícipe para poderla contar. ¿Que pasará? Déjenme que viaje con él y lo averigüe. Es un viaje que he de hacer a su universo paralelo, el del genio, o lo que de verdad sea.

Este viaje calculo que durará todo el mes de agosto, por lo que difícilmente podré publicar en el blog durante dicho tiempo (aparte de rebloguear las entradas de mi otro blog, El corto tiempo de las cerezas, y poco más). Ya les contaré cómo ha ido, quién es realidad Prudencio, qué les sucede a los tres muchachos y en qué líos se meten. Y más cosas, cuando termine el viaje. Ahora no es que no quiera, es que –como comprenderán– me es imposible.

¿Cómo se lo contaré? En forma de novela, si es que la tengo terminada en septiembre como es mi propósito. Claro que vete a saber. Prudencio me asegura que sí, que no habrá problema, pero viendo cómo actúa y al haberle puesto los chicos el mote de Calamidad, mis recelos se acrecientan. Sea como sea, de lo que estoy seguro es de que va a ser un viaje alucinante y lo voy a disfrutar. Al fin y al cabo, como dice Sam, el personaje central de mi novela Adiós. Mirlo, adiós (Bye Bye Blackbird), “escribir es como respirar. En según qué circunstancias el aire viciado te lo impide, pero hay que seguir respirando, si no te mueres. Aun así, acabamos contaminados por la atmósfera que nos rodea sin siquiera darnos cuenta y conformamos la realidad a través de nuestro ánimo adulterado. Solamente en la ficción somos capaces de soportar nuestras renuncias y asentimientos, evadirnos y ser otro. Aunque ¿qué otro? El que la existencia, nuestra existencia, demanda. Siempre somos otro. ¿Qué es ficción, qué no? ¿Qué hemos vivido en verdad fuera de nuestra imaginación?”.

La ficción en estos momentos es para mí tan real como las guerras, o los sueños. Voy a vivir este mes a caballo entre este nuestro mundo, el único real, y el universo paralelo en que se mueve Prudencio. Espero no quedarme allí, aunque bien pensado igual es lo mejor que podría hacer. Pero no, regresaré. Entre otras cosas, para poder presentarles mi nueva novela: Prudencio Calamidad. De ella, en definitiva, estoy hablando todo este rato.

En el ínterin, deseo que les vaya bien, o lo mejor posible. Prudencio, Robin, Johnny, Tomate y yo, intentaremos que así sea. Se lo prometo. Es más, ya lo comprobarán.

 

Un pensamiento en “Vacaciones

  1. Pingback: De regreso a la ‘normalidad’ – EL BLOG DE MANUEL CERDÀ

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