
Robert Doisneau: “Mademoiselle Anita” (1951).
Sabía que Violeta le amaba, que acostarse con otro no era más que una relación contractual, efímera, que en realidad ella no se entregaba –eso únicamente sucedía con él–, que era una mendiga sexual forzada por las circunstancias, una actriz de la noche, que actuaba, interpretaba un papel a cambio de dinero, como en definitiva hacemos todos, y eso era lo único que se llevaba a casa, nada de recuerdos. No era Ramona entonces, era Violeta. Claro que Julián, como don Cosme, a quien habían conocido era a Violeta, no a Ramona, y de ella se habían enamorado, pero Julián no soportaba siquiera pensar en ello, la sola representación mental que descarada y provocativamente se exhibía en su cerebro sin consentimiento alguno por su parte, anulando el raciocinio y cercenando argumentos, le atormentaba. Entonces Violeta se convertía en puta, una mujer cuyo cuerpo era conocido por muchos hombres que habían pagado para poseerlo sexualmente, un cuerpo público, cedido temporalmente a otras manos, conocido por todo tipo de fulanos cicateros de sentimientos y codiciosos de satisfacer frustraciones y fantasías que por mucho que se empeñaran jamás llegarían a ver cumplidas.
Manuel Cerdà: El viaje (2014).
Publicada originalmente en: https://musicadecomedia.wordpress.com/2015/03/01/cuando-violeta-se-convertia-en-puta/
Pingback: La complainte des filles de joie (La triste canción de las mujeres de vida alegre) | EL BLOG DE MANUEL CERDÀ