9 de octubre: ¿celebrando qué?

Imagen de la Procesión Cívica del 9 de Octubre de 2023 / Levante-EMV

El 9 de octubre (Nou d’Octubre) es el ‘Dia de la Comunitat Valenciana’. Se eligió esa fecha porque el 9 de octubre de 1238 tuvo lugar la entrada victoriosa a la ciudad de Valencia del rey Jaime I.

Cuando el territorio del actual País Valenciano fue conquistado por el rey y sus huestes, era un reino taifa poblado por árabes, o balansiyanos mejor dicho, pues en aquellos momentos sus tierras se denominaban Balansiya, y de aquí viene el nombre de Valencia y de sus nativos, los valencianos. Más que hablar de ‘reconquista’, como se hizo durante tanto tiempo, o de ‘entrada a la ciudad’, hay que hacerlo de ‘conquista’, y más que de ‘repoblación’ de ‘ocupación’. El pueblo musulmán de al-Ándalus fue invadido por una minoría dominante mejor pertrechada –en 1272 aún poblaban el País Valenciano 200.000 musulmanes y 33.000 cristianos– que le obligaba a cambiar drásticamente su modo de vida, sus creencias y sus seculares tradiciones. Muchos fueron expulsados de sus casas y desposeídos de sus propiedades, y si no hubo una matanza generalizada, como en Mallorca, y buena parte de ellos pudo conservar sus tierras, fue por las mismas características de la conquista, que no hicieron necesaria una repoblación inmediata.

La sensación de dominio, de haber sido invadidos y sometidos, que debieron experimentar aquellos hombres, mujeres y niños, no desearía vivirla: confinados a menudo en morerías, convertidos en mano de obra barata para los nuevos señores, obligados a bautizarse por la fuerza… ¿Por quién? Por otros. Simplemente eso: unos extraños, unos desconocidos.

Se ponía así fin a cinco siglos de cultura árabe que dejaron una huella imborrable. La agricultura, tras la conquista, se sirvió de su sistema de regadío. Los musulmanes aprovecharon vestigios y mejoraron anteriores acueductos y estructuras que se remontan hasta la época romana, y dieron a conocer la noria al tiempo que perfeccionaron su uso, e introdujeron el naranjo, la caña de azúcar, el albaricoquero, el algarrobo, la alcachofa, el algodón, la palmera datilera y, aunque todavía no se cultivaba a gran escala, el arroz.

La toponimia actual conserva infinidad de nombres de origen musulmán. De los 542 municipios que integran la actual Comunidad Valenciana, alrededor de un centenar empiezan por los sufijos -al y -beni, manifiestamente árabes. Pero no solo estos. Mi pueblo, por ejemplo, Muro, es de origen árabe (aunque desconozcamos el porqué del topónimo), y otros muchos de una larga lista, como Silla (pequeña llanura), Manuel (salida de un valle), Monòver (florido) o Russafa (jardín). También, en todos los órdenes, son muchos los vocablos actuales provenientes de aquella época: alambique, alforja, alguacil, barrio, café, dársena, jaqueca, jarra, jinete, mazmorra, mengano, mezquino, rambla, rehén, sandía, tahona, y un largo etcétera.

El tortuoso trazado del núcleo histórico de muchísimas localidades valencianas es de origen musulmán y reflejo de dos formas distintas de organización social: las familias de al-Ándalus eran de tipo extenso y las cristianas nuclear. En las primeras, cuando un hijo suyo se casaba construían otra estancia quitando espacio al patio en un solar adyacente. Las cristianas irán añadiendo parcelas, una al lado de otra, formando calles rectilíneas.

Con todo esto quiero decir que, tras la conquista del territorio valenciano por las huestes de Jaime I, estas se encontraron con una sociedad más avanzada que la suya, cuyos logros sirvieron para cimentarla. Así pues, ¿qué se celebra el Nou d’Octubre? ¿El nacimiento de una nación, parafraseando el título de la película de D. W. Griffith de 1915? O de un pueblo, si lo prefieren: el valenciano. Una nueva sociedad, en definitiva. Si así es, ¿cómo se alcanzó? ¿Como en Estados Unidos?, ¿con la destrucción la cultura de las tribus indias y el genocidio de comunidades enteras? ¿O como hizo la Corona de Castilla (eso que llaman incipiente Reino de España) con las culturas precolombinas)? De los 200.000 habitantes que tenía la taifa de Valencia cuando fue conquistada, unos 40.000 marcharon de sus tierras. Los que se quedaron, los moriscos, terminaron siendo expulsados en 1609, no sin antes haber sufrido el excesivo celo inquisidor para que se evangelizaran y padecer el rechazo de los cristianos, que los consideraban demasiados prolíficos, trabajadores y mezquinos. Un tercio de la población valenciana –alrededor de 120.000 personas– se vio obligada a abandonar para siempre unas tierras que habían morado ya sus antepasados y consideraban suyas.

La medida no gustó a los nuevos señores, los verdaderos beneficiados con la Conquista. El Llibre del Repartiment registra la donación de propiedades expropiadas a los musulmanes una vez finalizada la conquista entre aquellos que habían ayudado en la campaña: órdenes militares, alto clero eclesiástico, nobles y caballeros, principalmente. Todo ello condujo a la formación de un régimen feudal especialmente duro, fuente de constantes conflictos entre los señores y los campesinos durante los tiempos medievales y hasta la época preindustrial.

Yo, la verdad, no sé qué demonios se celebra hoy. Entre los valencianos nunca ha habido eso que llaman ‘conciencia nacional’. No voy a entrar ahora en las causas, sigo limitándome a los hechos. Y estos me dicen que su faceta más folclórica y espectacular –versionada según los idearios de quienes en cada momento detentan el poder– es la que ha predominado sobre cualquier otra consideración.

Dicho esto, solo me queda añadir que a mí me la trae al pairo quien anteponga el territorio llamado nación a sus habitantes, se autoproclamen –o así se les considere– progresistas o conservadores, socialdemócratas o neoliberales, de izquierdas o de derechas. Simples convencionalismos, pero necesarios para reforzar el sistema y ejecutar y cumplir, todos, las órdenes de otros, los que realmente detentan el poder, a los que posiblemente este tipo de asuntos también se las trae al pairo.

5 pensamientos en “9 de octubre: ¿celebrando qué?

  1. Efectivamente, no hubo Reconquista, palabreja que se inventaron en el siglo XIX. ¿En qué cabecica de chorlito cabe que se «reconquiste» una tierra que jamás fue suya antes…? Ah, pero de aquellas chorradas decimonónicas se ha montado un tinglado patriótico que solo puede ser entendido si se concluye la cantidad de lerdos y desconocedoras de la historia que se permiten rebuznar, que no hablar, de un pasado del que no tienen ni puta idea. Estos se creen descendientes directos de Sigerico, como si la florida cultura árabe jamás se hubiera dado en esta Iberia.

    Un buen y didáctico texto, Manuel.

    Salud.

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    • Un tinglado indestructible que ha arraigado con fuerza en el universo mental de la gente. Abundan, lamentablemente en mi opinión, los “convencidos”, esos felices idiotas nacidos en cualquier lugar y que, si no existiesen, la vida sería más bella, como cantaba Brassens.
      Muchas gracias por tu comentario.
      Salud.

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  2. Tuvimos (plural mayestático) a iberos, tuvimos a los romanos, tuvimos a los godos, tuvimos a los árabes, tuvimos diversas etapas de monarquías más o menos absolutas, tuvimos repúblicas que quisieron ser democracias, tuvimos dictadura, tenemos democracia…
    A los iberos no les trataron bien los romanos, los visigodos buscaron sus intereses para luego someterse a los árabes, que a su vez fueron sometidos o expulsados; a los partidarios de los Austrias los doblegaron los de los Borbones y… aquí estamos tratando de festejar algo, como bien dices sin que sepamos qué y sin que nos importen mucho los hitos de la historia.

    En mi modesta opinión no idealizaría demasiado ni una ni otra época, pues siempre habrá algún investigador que venga a recordarnos los claroscuros.

    Aunque pudiéramos llorar con Boabdil los logros soñados (¿idealizados?) de El-Ándalus, y celebrar lo que aquello nos (plural mayestático) dejó de bueno, la verdad es que no cambiaría yo nuestra baqueteada patria hodierna por ninguna de las actuales patrias del mundo árabe.

    ¡Y lo que queda por bregar para que no se jorobe lo logrado!

    Un abrazo

    PD: por cierto, mi abuela materna también nació en Muro de Alcoy 🙂

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    • No era mi intención, amigo Ramón, idealizar nada. Sin embargo, repasando el texto veo que puede parecerlo. En eso, coincido contigo.
      “No cambiaría yo nuestra baqueteada patria hodierna por ninguna de las actuales patrias del mundo árabe”, dices. Yo tampoco. Pero la verdad es que carezco de sentimiento patrio. Mi patria es mi casa, y sus límites sus paredes.
      Lo de tu abuela materna recuerdo que me lo dijiste el día que estuvimos comiendo.
      Un abrazo.

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