Horacio Cardo
Contrariamente a lo que hubiera cabido esperar, el acceso del hombre al conocimiento, que no al pensamiento, no ha supuesto liberación alguna para el ser humano. Las contradicciones afloran como si hubiesen estado ocultas en lo más hondo de la mayor profundidad, cual sombras chinescas que hastiadas de tanto luto necesitan luz y color, anunciando el fin de la historia, pues hemos llegado, dicen quienes así piensan, al mejor de los mundos posibles y, en consecuencia, a la última etapa de la evolución humana, lo que probablemente sea cierto, aunque por razones muy distintas de las que alegan argumentos a favor de tal extravagante razonamiento: la pérdida progresiva de valores por la abstracción de toda experiencia, la pasividad con que afrontamos el devenir, el desaliento, la aniquilación.
Hemos empobrecido intelectualmente, nuestra capacidad de pensar es cada vez más limitada. Las injusticias y desigualdades son tan habituales que ya forman parte del ordenamiento natural. Represión y prohibición atenúan la tolerancia –todo tiene sus límites, no todo puede hacerse, pretextan– y acrecientan la conformidad y la resignación. Es el tiempo inmóvil que vivimos, paradójicamente, de manera tan acelerada. Y es que una cosa es conocer y otra muy distinta es saber. Se pueden conocer muchas cosas, pero no saber nada de ellas.
Una versión anterior fue publicada en este blog el 1 de febrero de 2018.
La indiferencia es la muerte de la sociedad, palabras sabias. Saludos
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El gran mal de nuestra época, como decía Pessoa. Saludos.
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Buena reflexión. Disiento respecto de la pérdida de valores. Más bien hay un reemplazo. Tener por ser, seguridad por libertad, privilegio por derecho, superficial por profundo, líquido por sólido, digital por analógico, imágen por palabra.
Pero volverán, como trajedia… y como farsa.
Sin embargo, su denuncia, pone en cuestión la superficie y añora la profundidad, y reclama la movilidad de este tiempo inmóvil.
Hay un pesimismo de fondo. Sin embargo, sabemos que Fukuyama está meando fuera del tarro y que la historia sigue.
Sudamérica no es la vieja Europa. Por aquí no se sabe qué ocurrirá dentro de un rato.
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La historia desde luego que sigue, pero los caminos por los que discurre solo llevan al extravío. Así pues, en ningún sitio se sabe que va a pasar de un momento a otro.
En cuanto a los valores, no sé si seguridad, privilegio o imagen lo son o más bien son cualidades.
Buen fin de semana, compañero.
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Algo así sucede en nuestro País , Mexico , solo que aquí lo cotidiano es la violencia , una violencia que yo llamo Barbarie , y si , forma parte ya del ordenamiento natural del transcurrir de los días
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Lamentable, pero a menos que a uno le afecte de forma muy directa a la mayoría parece tenerles sin cuidado. ¡Vaya mundo! Cada vez más inhóspito.
Afectuosos saludos, María Elena.
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