Uber, estafa, crispación e indefensión

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No hay manera de pasar un día tranquilo, un día que no recibas alguna llamada telefónica comercial o cualquier otra notificación burocrática vía correo ordinario o electrónico. No hay día que no surja algún engorro que otro.

Es lógico que así sea. Vivimos en una sociedad en la que “la opresión va de la regulación del individuo y de sus comportamientos a los medios y a la difusión extrema de un sistema de producción y de consumo forzado y presente en todas partes. Esta opresión, para persuadir y coaccionar, se sirve de la burocracia y de sus impedimentos, de los formularios, de los impresos, de modos de hacer y de los plazos de pago, un continuo sistema de distracción del individuo. El hombre … tiene una ocupación que despilfarra un montón de tiempo y que constituye además una opresión mental” (Enrico Baj: ¿Qué es la ‘patafísica?, ed. 2007, p. 65).

Así que aquí estoy, una vez más, como tantos otros, despilfarrando tiempo, un montón de tiempo. Y es que no hay manera.

Les explico. Esta mañana abro el correo electrónico y me encuentro con uno de Uber que dice: “Hola, Víctor Manuel: Haz clic en el siguiente enlace para confirmar tu dirección de correo electrónico”. Ni me llamo Víctor Manuel ni he solicitado jamás sus servicios, siquiera he contactado con ellos una sola vez. Más abajo figura la opción “Eliminar suscripción”. Clico en ella e inmediatamente entra otro correo suyo: “¡Bienvenido a Uber! Ya eres parte de la comunidad Uber. Para solicitar un viaje, sólo debes seleccionar tu destino y el tipo de servicio que deseas”.

Obviamente, me mosqueo e intento averiguar de qué va esto. Busco en internet y nada, no hay forma de contactar telefónicamente con Uber. Los correos, por otra parte, no admiten respuesta. Llamo al Servicio Territorial de Comercio y Consumo de la Generalitat Valenciana por si pueden informarme qué hacer. Me atiende una mujer que no sabe qué es eso de Uber y me pide que se lo deletree. Empezamos bien. Al final, tras esperar un rato a que realice unas consultas, me dice que llame a la Agencia Estatal de Protección de Datos y me facilita dos teléfonos: 901 100 099 y 912 663 517. Bien. Vamos a allá. “Si desea (…) marque (…)”. Lo de siempre. Marco la opción que creo corresponde a lo que deseo comunicar. Me atiende otra mujer. Otra espera, también debe realizar unas consultas. Pasado un tiempo, resulta que he de marcar la opción 4 y no la 2, que es la que yo creía. ¿Me puede pasar con alguien, pues? Me responde que están todos ocupados, que llame pasados cinco o diez minutos. Marco de nuevo a los cinco, a los diez, a los once, a los doce… Todavía podría estar llamando. La respuesta siempre la misma: no me pueden atender en ese momento, he de intentarlo de nuevo.

Una hora larga ha trascurrido ya y no he conseguido nada. Solamente una crispación tan innecesaria como no deseada. Busco más información en internet al tiempo que sigo marcando, ya de forma compulsiva, los números antes citados. Nada. Al final, llamo al Servicio de colaboración ciudadana del Cuerpo Nacional de Policía, donde me informan que debo presentar denuncia ante un juzgado y me aconsejan que inmediatamente llame al banco por si tratan de cobrarme algún recibo.

Afortunadamente, el director de la sucursal bancaria donde tengo mi cuenta es amigo mío (por eso la tengo ahí). Me dice que no es tan fácil impedir el posible fraude por la manera en que este tipo de mafias opera, pero que no me preocupe porque va a dar instrucciones de que ningún recibo a mi nombre se pague sin autorizarlo él expresamente. Menos mal.

Ya casi son las tres de la tarde cuando me dispongo a redactar esta entrada. El primer correo lo abrí pasadas las 11:30.

Y fin del primer capítulo. Mañana al juzgado con la captura de pantalla de los putos correos, mañana a seguir despilfarrando tiempo y a incrementar la sensación de impotencia y de opresión mental. ¡Puta mierda!

18 pensamientos en “Uber, estafa, crispación e indefensión

  1. Pingback: Uber, estafa, crispación e indefensión — EL BLOG DE MANUEL CERDÀ – El Noticiero de Alvarez Galloso

  2. Armate de valor Manuel, yo pasé la misma disputa, no en proceso de emails, me refiero a pelea, con el monstruo de VODAFONE me robaron la sangre (el tiempo), pero gané. O eso creo, porque el tiempo que perdí por su ineptitud y mala praxis no me lo va a devolver nunca nadie.

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    • Ese es el problema: la enorme cantidad de tiempo que nos obligados a perder cada día por culpa de los siervos de los señores del feudalismo técnico que se afirma actualmente, siervos y bufones al mismo tiempo. Y nosotros, lejos de considerar que cada uno somos únicos nos sumamos a ‘la masa’ y validamos una nueva forma de esclavitud que podríamos denominar psicotécnica.

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      • Nos roban nuestro oro, el tiempo, valor que nadie considera, solo el dinero. En mi humilde opinión es más valioso el tiempo que el dinero. Manuel fíjate , por ejemplo y, en las gasolineras, han retirado a los empleados y YO soy el que tiene que perder el tiempo en cargar el depósito ir a pagar al cajero, etc, dinero que gana el empresario con mi tiempo.

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  3. Yo he acabado por no contestar teléfonos desconocidos, ni abrir correos sospechosos, me he vuelto tan desconfiada que a veces resulta muy difícil dar conmigo jaja.
    Bona nit.

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    • Pues más o menos lo mismo. Sigo con un teléfono móvil del año del catapún, de esos de tarjeta prepago, en el que no tengo ni WhatsApp y solo uso para hablar (poco) o mandar algún mensaje (pocos también). Quien quiere contactar conmigo, quien realmente tiene algo que decirme, ya sabe cómo hacerlo.
      Bon dia.

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  4. No sabes cómo te comprendo…! Aquí en Perú me llaman desde hace varios meses de una «gran» cadena de tiendas, diciendo que les debo por compras hechas con mi tarjeta de crédito de su marca, desde el año… 2007! Llaman cuatro o cinco veces por semana siempre desde un número distinto de teléfono celular.; una voz grabada te pide que te mantengas en línea y si no cuelgas, alguien (evidentemente de un service) te dice que debes tanto desde tanto tiempo pero que tienen una oferta para ti y que si pagas una cantidad que equivale al monto de la «deuda» te «con donan» (perdonan) los intereses. Es una estafa, sin duda, pero están organizadisimos. Si llamas a cualquiera de los números que te llamaron suena ocupado y los números no existen si lo averiguas… La «protección al consumidor»? Bien, gracias…! 😫😤😠

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    • El consumidor ha terminado por aceptar, o al menos creer que no existe alternativa, una nueva forma de esclavitud que podríamos denominar psicotécnica, aquella que propician los siervos de los señores del feudalismo técnico que se afirma actualmente, siervos y bufones al mismo tiempo.

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