Hemos abdicado de todo, incluso de nuestra propia esencia.
Hemos abandonado nuestros amores, credos, esperanzas, recuerdos, deseos.
A cambio de nada.
Hemos amado sin pasión, creído sin tener fe, defendido lo indefendible, recordado lo que jamás sucede, olvidado lo que sí.
Acostumbrados a esperar lo que nunca llega, deseando aquello imposible de alcanzar, desdeñando lo posible, hemos abdicado de todo.
A cambio de nada.
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