Somos lo que recordamos, y lo que recordamos es lo que imaginamos

herbert-bayer

“En busca del tiempo pasado” (1959). Fotomontaje de Herbert Bayer.

El acontecer, como el existir, son simples abstracciones desde las que describimos lo que llamamos realidad. Hechos y situaciones no sucederían, ni se sucederían, si no los situáramos en unas coordenadas espaciales y temporales precisas, la realidad. Solo así son inteligibles, como datos, pero en los asuntos humanos, decía Weber, hay siempre una historia interna, por lo que no podemos alcanzar nunca más que una verdad parcial o relativa. Así pues, somos lo que imaginamos, nuestra propia existencia depende de cómo nos imaginamos. Pero lo que imaginamos nunca sucede como habíamos fantaseado, demasiados condicionamientos y categorías, demasiadas normas y abstracciones, todo es interpretación, nada existe por sí mismo, una tupida red de interdependencias envuelve todo cuanto hacemos o pensamos desde que se inició eso que llamamos pasado.

“Patrie” (2010). Óleo de Daniela Montecinos.

“Patrie” (2010). Óleo de Daniela Montecinos.

¿Qué recordamos? Lo que la imaginación crea. Los hechos pasados no son comprobables, “por principio”. Lo decía Alfred Jules Ayer (Los fundamentos del conocimiento empírico, 1940). En el presente observamos lo que sucede cerca de nosotros, pero no lo que ocurre en otro lugar. Nuestra situación en el espacio convierte esto último en no comprobable. Los hechos no son pasados ni presentes, son hechos (en general, privados de su dimensión temporal). Las afirmaciones que sobre ellos hacemos se refieren a ellos como tales, no como pasados. Si yo digo que escribiré un libro, que escribo un libro o que escribí un libro, las tres afirmaciones son “factográficamente” sinónimas: verdaderas las tres o falsas las tres. La veracidad de la información dependerá de quién lo escuche o lo lea, de cómo y de cuándo. Si es un coetáneo mío, la primera será falsa (no comprobable). Nuestro conocimiento, pues, está constituido por afirmaciones que son lógicamente independientes del pasado, y las analizamos desde el punto de vista del presente.

Lo que recordamos es lo que somos. Y recordamos lo que imaginamos. Y como lo imaginamos. Detalles, anécdotas, fruslerías, se almacenan en la memoria con facilidad, sin orden ni correspondencia con los hechos que los generaron la mayoría de las ocasiones, no hay jerarquía entre ellos ni clasificación alguna que los sitúe en un contexto determinado, pues en última instancia no corresponde a la memoria, arbitraria y caprichosa ya de por sí, seleccionar los recuerdos, influenciada además, como está, por nuestra tendencia a magnificar lo que, creemos, ha marcado nuestra existencia. Lo que recordamos, pues, no tiene por qué corresponderse con una supuesta realidad objetiva. Esta dependerá en última instancia de la posición del observador. Lo que recordamos es, por tanto, lo que somos. La realidad es otra cosa.

Un pensamiento en “Somos lo que recordamos, y lo que recordamos es lo que imaginamos

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