Una nueva crítica de mi novela «El hoyo», una critica que me ha encantado y, sobre todo, llegado muy adentro (al corazón, al alma, al espíritu…). Su autor, Alfonso Cebrián Sánchez, es un excelente escritor (les recomiendo sus novelas y sus ‘cuentos inacabados’, que ojalá no acaben nunca, no se arrepentirán), por lo que me siento muy honrado. Mi más sincero agradecimiento.

No, desde luego que no. Uno puede tener la necesidad, inspiración o capricho de meterse en un tonel, exiliarse de ese modo, provocar a los atenienses de su tiempo, incluso merecer la mención de su homónimo historiador hasta el punto de convertirlo en artífice notable del cinismo filosófico.
O también, llevado por su modo de ser estoico, encerrarse en su propia torre para escribir y opinar sobre esto y aquello. Pero en ambos conocidos y notables ejemplos, fue la elección el motor del apartamiento.
Pero no es eso ni mucho menos lo que le ocurre a nuestro protagonista que, por el simple hecho de parar a estirar las piernas en un viaje rutinario cae y acaba sumido en el fondo de un hoyo.
Un accidente, pensaremos, algo que tiene remedio con voluntad y suerte. Pero no. Caer al hoyo tiene consecuencias y no es tan fácil salir, como puede comprobar…
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Me alegro. Me gusta. Salud y saludos.
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