Mircea Suciu
Puedo entender, que no aceptar, todo menos la indiferencia.
Puedo entender, que no aceptar, a quien considere que en Europa no se debe dejar entrar a migrantes económicos ni a migrantes refugiados.
Puedo entender, que no aceptar, que piensen que es un beneficio para los demás. Somos demasiados y es cuestión de supervivencia.
Puedo entender, que no aceptar, que alguien piense así. Incluso a los que teniendo capacidad para decidir, dictaminar y resolver no hacen nada por evitarlo, más bien lo contrario.
Puedo entender, que no aceptar, los motivos de su actuación.
Pero nunca llegaré a entender a los indiferentes. Esos me producen verdadero asco. No hay actitud más abyecta, más repugnante. Ninguna compasión siento por sus desgracias. Tampoco sienten ellos conmiseración alguna por los infortunios de los otros. Es más: posiblemente ni siquiera les consideren unos desdichados, pues ni siquiera los consideran.
Publicado anteriormente el 1 de febrero de 2018.
Totalmente de acuerdo contigo querido amigo. Saludos
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Gracias, Yango. La indiferencia, la ausencia de empatía, me puede. Afectuosos saludos y feliz domingo.
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Muchas gracias igualmente. Saludos
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Es así, Manuel. Y se extiende, cual pandemia, con una sintomatología que aterra descubrir en el entorno más próximo. Pero, así y todo, seguimos siendo más los humanos no infectados.
Gracias por compartir estas reflexiones que arañan la conciencia. Porque todo lo que la hiere la hace reaccionar.
Cordialidades.
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Ya, pero los no infectados por la indiferencia, lo están, o estamos, por esa desgracia o vicio de que hablaba La Boétie por el cual un un sinnúmero de hombres no es que sean ya obedientes, sino serviles, no gobernados, sino tiranizados. Partimos de la convicción de que necesariamente ha de existir una jerarquía única, lineal y vertical. Y, así, como dice el refrán, unos por otros, la casa sin barrer.
Afectuosos saludos y feliz domingo.
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Manuel bien por tu reflexión , humanidad y comprensión son necesarias , es un problema muy complejo
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Es de lo más simple, María Elena. De ahí la complejidad. Llamamos utopía a todo aquello que se aleja del orden establecido, premiamos la existencia frente a la vida… Es solo cuestión de valores.
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Allí dentro hay cosas raras, en nuestro derredor,
pero esos que estan fuera, los indiferentes, son peligrosos
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Pero es que fuera hay tantos que nos impiden ver lo que realmente sucede. Quietos, inmóviles, esperando no se sabe qué, son una pantalla perfecta.
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L’indifférence étant la façon de ne pas s’impliquer, ni émotionnellement, ni physiquement, ni socialement…
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Solution possible: ‘Cessez de lutter pour une ideologie: vous seres trahis. Luttez pour ci, ça, ça, mais directament et sans intermédiaire’. (Boris Vian)
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En Apocalipsis 3:15-19 hay una frase que podría resumirse como que a los tibios los vomita dios. Más allá de nuestra relación con cualquier idea de dios, hay tiempos en que no se puede ser indiferente, neutral o querer ser habitante de Corea del Centro.
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¿No se puede? De acuerdo, no debería poderse, pero no es eso lo que la experiencia cotidiana nos muestra.
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Lamentablemente, es así…
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