Cómo mi hijo descubrió antes que yo que escribir una novela era algo vital para mí

Hoy, 7 de abril, mi hijo cumple 39 años. Ya lo celebraremos cuando sea posible. Lógicamente, en un día así son muchos los recuerdos que a cualquier padre, o madre, le vienen a la mente. Por mi cabeza pululan infinidad de pensamientos, de recuerdos, de situaciones vividas. Tenemos y hemos tenido una relación paterno-filial intensa y hermosa, que nunca llegará a resquebrajarse suceda lo que suceda. Una relación gratificante y enriquecedora sin la que probablemente jamás hubiese llegado a realizar algo con lo que soñaba desde la adolescencia: escribir y publicar novelas.

A principios de 2014 publiqué mi primera novela, El viaje. Hoy son ya cuatro las que llevo editadas, o autoeditadas, siendo más precisos. Vaya autor más prolífico, puede que piensen, o más alocado; pero de eso nada. No es que un buen día se me ocurriera escribir una novela y luego otra y así sucesivamente hasta cuatro. Ni soy tan fecundo ni tan cándido. Quiero, pues, hablarles de cómo surgió en mi la necesidad de escribir novelas.

Siempre me ha gustado escribir, desde pequeño. Cuando era adolescente quería ser escritor o periodista (en este último caso, corresponsal de guerra). Por diversas razones, que ya he explicado en otras entradas, acabé estudiando Filosofía y Letras (sección Historia) –así se denominaba entonces–, me convertí en historiador y como tal trabajé –y me llevó a poder hacer otras cosas centradas en algo que siempre me ha preocupado: la divulgación– hasta unos años antes de mi jubilación (en julio de 2018).

Ello no fue óbice para que persistiera en mí el ansia por escribir aquello que la imaginación urdía, tramaba y fraguaba en mi mente, siempre dispuesta a aventurarse en el mundo de la fantasía. Libreta y portaminas, o estilográfica, eran, son, instrumentos inseparables de mi día a día. Siempre me acompañaban, y me siguen acompañando. Iba a la playa con mi hijo cuando era pequeño y, sobre todo si con nosotros venía algún amiguito suyo, allí estaba yo, en mi tumbona, bajo la sombrilla, escribiendo. Iba de viaje con él –me gusta viajar solo, o con niños–, nos sentábamos en algún sitio a tomar o comer algo y enseguida sacaba la libreta y el portaminas. Un momento –estaba con él y, obviamente, era el centro de mi atención–, solo un momento, pero era preciso anotar mis impresiones, mis consideraciones, mis ideas.

El mundo mental de los niños absorbe fácilmente la realidad cotidiana y la adapta al suyo. En mi caso –que me reconozco un niño disfrazado de adulto–, mi hijo asimiló –a su manera, naturalmente– esa inquietud mía y consideró que escribir una novela era una de las cosas más trascendentes que uno podía hacer en la vida. Una novela, no un libro de otro género. Un año antes de que naciera publiqué mis dos primeros libros, ambos de historia, y el mismo año que nació (1981) el tercero, también de historia. Y seguí publicando. Quiero decir con esto que mi hijo siempre estuvo al corriente de que su padre escribía libros. ¿Pero es la novela?, preguntaba. No, eso ya lo haré algún día. ¿Cuándo? Y ¿entonces esto no es lo que escribes en la libreta? ¿Y para qué lo haces? ¿Y por qué? Todas estas preguntas imagino, y no creo estar equivocado, se debían a esa agudeza mental tan propia de los niños. Había captado perfectamente lo que escribir una novela representaba para mí, para aquel adolescente que soñaba con ser escritor. Naturalmente, a él le dediqué la primera novela que di por terminada, El corto tiempo de las cerezas, aunque luego apareciera a la venta tras El viaje. Mi hijo entonces ya tenía 33 años, yo 60. ¡Por fin! Todo llega. Es cuestión de perseverar, de empeñarse con tesón, de mantener siempre vivas la ilusión y la curiosidad, de nunca dejar de soñar, de dejar correr la fantasía. Y de tener un buen motivo: mi hijo en este caso. Él descubrió antes que yo lo que escribir ficción representaba para mí. A mí me costó más darme cuenta de escribir era una necesidad tan imperiosa como respirar. Luego ya tuve que luchar con el aire viciado que tanto lo dificulta y con la contaminación de la que todos acabamos afectados. Pero hay que seguir respirando, si no te mueres. Hay que seguir escribiendo.

42 pensamientos en “Cómo mi hijo descubrió antes que yo que escribir una novela era algo vital para mí

  1. Dado que habéis conformado tan buen tándem, habrá que extender la felicitación. Una a ti, como padre; dos a él, por el cumpleaños y por ser el primero en percibir esas ficciones que, posteriormente, se transformaron en novelas.

    Abrazotes.

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    • Recibo las tres con agrado y agradecimiento. Le haré extensivas a mi hijo las dos que le corresponden. Me parece muy justo el reparto, pues sin esa especie de ‘deuda moral’ que sentí con él es más que probable que lo de escribir novela se hubiese qyedado en uno de esos deseos de adolescencia que nunca se llevan a cabo.
      Abrazotes.

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      • Ah… es que de no ser así no me hubiera quedado atrapado en ese tiempo, aunque fuera corto, de las cerezas… Así que sí, mis loas al padre pergeñador y al hijo instigador. Y eso que todavía no he llegado al mirlo, que cuando llegue…

        A seguir.

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      • No solo me felicitas, sino que además me haces un regalo (pues eso son para mí tus palabras).
        Doblemente agradecido, pues. Me alegras el día. Y como quiera que va siendo hora de tomarse una cervecita, pues eso voy a hacer. ¡A tu salud!

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    • Es cierto lo que dices. Bueno, tengo mis dudas acerca de la calidad, pero también es verdad que cosas peores se publican y se venden por millares. Por supuesto, haré extensiva tu felicitación a mi hijo.
      Muchísimas gracias. Mis mejores deseos.

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  2. Me encanta esta faceta tuya que es el Padre amoroso e identificado tanto con su hijo , el debe estar orgulloso de tenerte y debe admirarte mucho , tú también debes ser su motor en la Vida , sigue escribiendo y compartiendo que los que también te admiramos lo agradecemos 📚⭐️📚⭐️📚⭐️📚

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    • Ya sabes que me identifico como ‘lesbiano’, lo que saco a colación porque mi hijo, hasta que se emancipó, vivía conmigo y pasaba ratos con su madre. Los roles cambiados, pues. Y, claro, eso crea una relación muy especial.
      Seguir escribiendo por supuesto que lo haré. De lo contrario mi vida se volvería muy aburrida.
      Gracias por tus amables, María Elena. Un abrazo.

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    • Estimado Manuel , hoy los lesbianos y como dijo alguna vez Sor Juana Ines de la Cruz. “Yo la peor de todas “ que por cierto me encanta , navegamos en el mismo barco ,hasta el Sr Caito a quien tanto irrite y que de 💛deseo esté bien , mientras tú escribes yo seguiré con mis tonterías

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  3. Dichoso tú, escritor de novelas, algo que admiro y nunca llegaré a ser porque soy contador de historias pequeñas, de uno o pocos párrafos. Tal vez, cincuenta años escribiendo para publicidad me hicieron volador de corta distancia… Abrazo, novelista, escritor….

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    • Lo importante es lo que se cuenta, sea en el formato que sea. En mi caso, creo que hago bueno aquello de aprendiz de todo maestro de nada.
      Seguiremos volando los dos. Lo importante lo tenemos: las alas. La distancia que uno recorra es algo secundario. Hay quien corre los 100 metros lisos y otros la maratón. Tan bien está una cosa como la otra.
      Gracias por tu amable comentario, tocayo. Mis mejores deseos.

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      • No es amabilidad sino reconocimiento al corredor de fondo por el que sólo corre cien metros. Si quieres, es envidia, de la sana, porque siempre correrá más.
        Abrazo virtual, pero muy grande, de este corredor de tramo corto.
        ✌️✌️😷

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      • Al final puede que las distancias totales recorridas no difieran mucho entre uno y otro caso. El que corre maratones lo hace bastante espaciadamente, el que corre los 100 metros puede hacerlo con mucha mayor frecuencia. Ambos deben prepararse, entrenar, dedicar mucho tiempo a ello… No sé si sumando el total recorrido a lo largo de sus respectivas vidas en actividad no acabarían siendo por lo menos parecidas. Eso de que uno se sacrifica más que otro me parece una chorrada. Los sacrificios para los adoradores y sacerdotes.

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    • Así fue, Awilda. Digamos que contraje una especie de obligación moral con él y ¿cómo un padre va defraudar a su hijo? Más siendo como yo un culo de mal asiento que se ha pasado la vida reinventándose por diversas circunstancias. Pero sin ese deseo suyo de que su padre fuera ‘escritor de novela’ es probable que no hubiese experimentado esta faceta.
      Gracias por tu amable comentario. Mis mejores deseos.

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  4. Eso da motivos… Además los nacidos hoy, nos gusta ver los sueños cumplidos de otros, más incluso que los de uno mismo. Feliz de coincidir con tu hijo en su aniversario. Yo soy un poco más viejo (4 años), espero que haya disfrutado de ti, como yo de mis padres. En la distancia. Un abrazo a los dos.

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    • Sois generosos los nacidos el 7 de abril, y altruistas. Billie Holiday nació también el mismo día y de ella todo el mundo decía que era mujer sumamente generosa.
      Creo que, por lo que dices, ambos habéis tenido (y seguís teniendo, espero) una estrecha y hermosa relación con vuestros progenitores, y eso es algo que hace la vida mucho más placentera.
      Un abrazo, Ángel. Mis mejores deseos y mi felicitación por tu aniversario.

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  5. Felicidades a los dos!!!
    De alguna manera, me identifico contigo porque yo también tengo un hijo (casi 8 años): a él le dedico todo el tiempo que puedo y tengo; no quiero que se me escape nada, ahora que puedo. Más tarde me ocupo de mi otra gran necesidad que es intentar escribir y leer todo lo que puedo.
    Los niños lo son todo
    Un gran abrazo, Manuel

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    • Los niños son todo, ya lo creo. Solo con verlos ya sientes más ganas de vivir.
      Dedícale todo el tiempo que puedas a tu hijo. Estarás invirtiendo en felicidad. Yo ahora miro hacia atrás y, a pesar de que la relación con mi hijo ha sido siempre muy buena, no puedo dejar de lamentar haberme perdido determinadas cosas por aquello de los ‘compromisos profesionales’. Y me digo, ¿y total para qué?, no valía la pena.
      Gracias por tus amables palabras, Nicolás. Un gran abrazo y mucha salud.

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  6. Salud y felicidad al cumpleañero y a ti también, un día perfecto para celebrar muchas cosas pero sobre todo esa hermosa relación que tenéis, inspiradora para todos los que somos padres. Esa imagen de los dos vale oro, habla sola del más bello de los amores… el incondicional.
    Abrazo Manuel!

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    • Muchas gracias por tu lindo comentario, Nilse. El amor incondicional es el único verdadero. Celebro que lo hayas visto reflejado en la fotografía, aunque también he decir que la hizo una buena amiga mía que es una estupenda fotógrafa y puede que por ello captase ese momento en que la mirada se vuelve tan cómplice.
      Le haré extensiva tu felicitación a mi hijo. Un sincero abrazo, Nilse.

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  7. Felicidades a ambos aunque llegue con algo de retraso. A él por su cumpleaños y por el padre que tiene y a ti por cumplir tus sueños, así en plural también. Tenemos un hijo con edad muy similar y como igualmente estamos separados, nos acercan demasiadas cosas , pero en mi caso sin novela. Siempre me gustó escribir y tengo bastante, pero nada como para publicarse. Lo dejaré para él cuando yo falte. Dice mucho de mí que quizá él no sepa aunque es posible que lo intuya, los hijos son bastante más inteligentes de lo que creemos. Enhorabuena, te repito y un abrazo grande..

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    • Son personas pequeñas y nosotros personas grandes. Esa es la única distinción que yo hago, con ventaja para los primeros por su mayor perspicacia y la franqueza de sus emociones.
      Sí que tenemos una vida con muchas cosas en común. Cuando he leído que “dejaré para él cuando yo falte” lo que tienes escrito he pensado enseguida que mi legado será más o menos el mismo: un montón de libretas y más de 5.000 libros que tengo en casa y qué a ver dónde los mete, pues vivo de alquiler. Lo de la novela, al fin y al cabo, es anecdótico.
      Muchísimas gracias por tu hermoso comentario. Un abrazo grande (virtual, no puede ser de otro modo en estos momentos de coronavirus) y, sobre todo, ¡salud!

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