
Natalia Osipova en ‘Coppélia’ / Fotografía de Marc Haegerman-The New York Times.
Coppélia es un ballet, entre sentimental y cómico, que posee un encanto irresistible. No creo que haya quien lo haya visto o simplemente haya escuchado su música –mucho mejor lo primero, obviamente– y diga que no le gusta. No creo, aunque vete a saber. Como dice la paremia, para gustos los colores.
Nos cuenta la historia del Doctor Coppélius, un viejecito juguetero un tanto misterioso que construye juguetes autómatas, entre ellos una muñeca animada llamada Coppélia, que parece dotada de vida, de la que se enamora un joven llamado Franz. Su novia, Swanilda, una muchacha aldeana, logra acceder al gabinete de Coppélius y descubre el misterio de esa muchacha que está siempre sentada frente a la ventana con un libro en sus manos y saluda maquinalmente a su novio. Es así que el preciado secreto del Doctor Coppélius deja de serlo. Swanilda se hace pasar por la muñeca, con lo que esta cobra vida, y el Doctor Coppélius cae en el ardid. Finalmente, ella le pedirá perdón por tamaña osadía y Franz y Swanilda se casarán en medio de una gran fiesta popular.
Coppélia está basado en una tétrica historia de E.T.A. Hoffmann (El hombre de arena, 1815). Este ballet-pantomima en dos actos y tres escenas se estrenó en el Teatro Imperial de la Opera de la Rue Le Peletier de París el 25 de mayo de 1870 en presencia del emperador Napoleón III. El libreto es original de Charles Nuitter y Arthur Saint-Léon, y la música de Léo Delibes, quienes sitúan la acción en una pequeña y típica aldea alemana. “Nuitter, archivero de la Opera y conocedor de los entresijos del ballet, no quiso trasladar al guión del ballet Coppélia todos los detalles morbosos del cuento de Hoffmann, un universo tenebroso donde un personaje de tintes satánicos, Coppélius, no se priva de extraerle los ojos de los vivos para trasladarlos a los muñecos autómatas que construía y así pasarles el aliento de la vida. Nuitter prefiere hacerle pasar por un vejete un poco alocado y excéntrico, avaro por más señas, que construye hermosos y entretenidos mecanismos. También traslada la acción a la región de Galizia, ideal para un ballet por su profusión de mazurkas y czardas endiabladas de vertiginosas dificultades y de ritmos vivos” (Roger Salas, “Una ‘Coppélia’ de tradición”, El País, 30 de enero de 2014).
Rudolf Nureyev, que bailó muchas veces esta obra, decía que Coppélia “puede ser infantil, pero no estúpida”. Y esta es –sigue diciendo Salas– otra clave de su interés actual: “no hay arbitrariedad en su historia, salvo que los autómatas han pasado de moda como juguete infantil, sustituidos por las consolas electrónicas”.
Conocen Coppélia, imagino. Si así es, supongo que estarán de acuerdo conmigo cuando digo que es una delicia que se disfruta con todos los sentidos. ¿No? Vean los vídeos que siguen y me darán la razón. Por todo esto, como he dicho en otras ocasiones que he publicado alguna entrada pensando sobre todo en los niños, es obvio que estos, por su cuenta, no accederán a la misma ni llegarán a leer esto. Así, la complicidad de los adultos deviene, lógicamente, esencial. Pero, sinceramente, no creo que sea un gran sacrificio, pues seguro que disfrutarán tanto o más que ellas con Coppélia.
Y ya les dejo con la selección de los números del ballet que hemos preparado, correspondientes todos –con el fin de darle una razonable homogeneidad– a las giras del Bolshoi Ballet de 2009 y 2011, con la coreografía original de Marius Petipa, la más lograda y la más representada, en versión de Sergei Vikharev. A destacar la siempre magnífica Natalia Osipova (Coppélia), ahora bailarina principal del Royal Ballet de Londres.
Del acto primero, incluimos –en el orden en que se suceden en la representación– los números del ballet “Vals lento (2011), “Mazurca” (2011), “Balada de L’Epi” (2011) –Natalia Osipova y Vyacheslav Lopatin– y “Swanilda y sus amigas” (2011).
Al acto segundo corresponden los dos siguientes: Bolero (2009) y “Gigue” (2009). La giga (en francés: gigue) es una danza barroca alegre en compás de seis por ocho, con aire acelerado, que surgió en Irlanda e Inglaterra.
Y del tercero, y último, el conocido “Vals de las horas (2011), en el primer vídeo; “La paz” (2001), con Natalia Osipova y Vyacheslav Lopatin, “Variation, con Anna Tihomirova, y “Danza de Fiesta” (2011) –los tres en el segundo– y el galop final con que finaliza Coppélia. En este tercero, el galop comienza a partir del minuto 2:41, pues repite final del anterior.
Que les vaya bien (o lo mejor posible).