Si conoce la obra de John Cage 4’33’’ siga leyendo si le apetece. Si no, deténgase a ver primero el vídeo que hay bajo estas líneas por la Orquesta Sinfónica del Conservatorio Nacional de Quito (Ecuador), en el concierto de fin de semestre que dio el 30 de enero de 2012. No hay ningún problema con el sonido, es de muy buena calidad.

John Cage en 1988.
John Cage (1912-1999) está considerado uno de los iniciadores de la llamada “música abierta”, en la que el azar interviene como método de composición, y de los happenings. El happening es un acontecimiento artístico de naturaleza escénica que consiste en la “apropiación” de un espacio, generalmente urbano, en el que llevar a cabo una “acción/actuación” y producir un paréntesis estético. Se trata, pues, de una acción efímera, irrepetible. Ahí radica su mayor valor.
El happening nació a finales de la década de 1950. 18 happenings in 6 parts, de Allan Kaprow, acción llevada a cabo en 1958, se considera la primera de este tipo; al menos, la primera en utilizar la palabra. En este evento Kaprow creó un acontecimiento, del que apenas quedan unas pocas fotografías, en el que combinaba elementos de diversas artes: música, baile, construcciones, proyección de imágenes… Nacidos como una contestación al arte oficial, o académico, especialmente el expresionismo abstracto y otras tendencias similares, la finalidad de los happenings consistía en superar el objeto artístico tradicional uniendo arte y vida, creando situaciones en las que no hubiesen espectadores y artistas, sino solamente participantes de una experiencia común (“Todos somos artistas”, diría Beuys en 1965), una experiencia liberadora y creadora de conciencias críticas a través de la experiencia estética.
La fugacidad de la acción, la irrepetibilidad de lo vivido, se mostraba como su principal arma: difícilmente una situación puede configurarse como una obra de arte concreta y terminada. El arte se liberaba, de este modo, pensaban, de la instrumentalización mercantilista, poniendo fin a la pervivencia del culto burgués respecto a la pintura y escultura. El arte se emancipaba de conceptos como estilo, unicidad o perdurabilidad, lejos del arte oficial promovido por críticos y marchantes, lejos de los museos y del mercado.
La música desempeñó un papel muy importante en los primeros happenings; luego, problemas presupuestarios casi siempre harían que su presencia fuera disminuyendo. La obra de Cage, 4’33’’, fue compuesta en 1952 y en el ánimo de Cage estaba sin duda realizar una crítica social del gusto musical medianamente cultivado y de la mercantilización del arte a través de la industria musical (del mundo del espectáculo). Durante cuatro minutos y treinta y tres segundos, los intérpretes se sientan en silencio ante sus instrumentos y la música la constituyen los sonidos inconexos del ambiente, como habrá podido observar. Pero, como todo en esta sociedad, el happening acabó siendo fagocitado por el sistema. Hoy se le rinde culto, anulando cualquier intento de trasgresión. En el video que ha visto, la “representación” es tratada y recibida con todos los honores de una composición clásica. Nada puede escapar al sistema. Por lo menos mientras dure. Y parece que va para largo.